Sugiere IMSS valoración profesional en caso de no obtener resultados satisfactorios pese al apoyo hacia el niño en el proceso y cuando éste ya tiene conciencia del control de esfínteres, generalmente a los dos años de edad.

HERMOSILLO.- La incapacidad de los niños para dejar el pañal una vez que se encuentran en edad para hacerlo y sus padres intentan crearles el hábito de ir al baño, puede tener su origen en problemas médicos como infecciones, alteraciones en vías urinarias o en el aparato digestivo. Por otro lado, si el niño muestra claro rechazo a evacuar u orinar sin sintomatología que presuma alguna enfermedad, es posible que experimente un clima emocional adverso.

En ambos contextos el pequeño requerirá valoración profesional, en el primero de los casos por parte de un pediatra, y en el segundo, valoración psicológica del ambiente familiar y probablemente un tratamiento psicoterapéutico, advirtió el IMSS.

Óscar Castro Guevara, director de la Unidad de Medicina Familiar (UMF) número 38 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en San Luis, Río Colorado, Sonora, expuso que en lo que se refiere a enfermedades que inhiben el control de esfínteres, éstas se caracterizan por dolor continuo en el vientre, presencia de excretas anormales como orina de color oscuro, olor desagradable o con sangre.

Además, excremento duro, muy grueso o con presencia de moco de color blanco, también puede ser síntoma de alguna anormalidad. Recordó que no existe edad específica para iniciar el control de esfínteres.

El momento ideal depende de la madurez de cada niño.

Sin embargo, es importante que los padres estén alertas a las señales o interés que el niño envía, mismas que se presentan alrededor de los 18 meses de edad, pero es común encontrarlas a partir de los dos años.

El control de esfínteres inicia cuando el menor tiene conciencia de que el pañal está mojado o sucio y lo comunica a sus padres, explicó.

Llega a su fin una vez que el menor es capaz de ir solo al baño, desvestirse, sentarse en el retrete, limpiarse, jalar el agua del excusado, vestirse y lavarse las manos. Alcanzar este proceso a la perfección puede tardar dos o tres años.

Si esta etapa no se logra en un tiempo considerable, pese al crecimiento del menor, es necesario acudir a consulta, insistió.

Como todo aprendizaje, la obtención de logros en esta enseñanza debe ser motivo de alegría por parte del niño y de los padres, lo que implica tiempo para la enseñanza, debido a que se trata de un periodo crítico, finalizó.