Hankistas y castrotrentistas se disputan la única posición que les queda: la dirigencia estatal del PRI.
Por: Alberto SARMIENTO REYES / HIPTEX
Lo que se veía venir desde que el empresario Jorge Hank Rhon asumiera el control del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y llevara el peso de la campaña priista, se ha presentado en el priismo: la confrontación por los escombros de la otrora invencible maquinaria priista.
Tras perder todas las posiciones en juego en los comicios del pasado uno de julio, a los priistas solo les queda disputarse la dirigencia estatal, desde donde pretenden proyectar las candidaturas que estarán en juego en la elección local del año entrante.
Y como ha venido ocurriendo desde hace poco más de una década, la confrontación se centra entre los grupos liderados o identificados con el embajador de México en Suiza, Fernando Castro Trenti y el empresario del juego, Jorge Hank.
La nueva versión de esta añeja confrontación se da en torno a la dirigencia estatal del PRI, que actualmente ostenta David Ruvalcaba Flores, cuya permanencia en el cargo es respaldada por el castrotrentismo, mientras que el hankismo le ha apostado por el relevo en la persona de Carlos Jiménez Ruiz, gente cercana al empresario.
La historia de confrontaciones, divisiones, traiciones y simulaciones en el priismo de Baja California ha entrado en una nueva etapa.
Por un lado, el castrotrentismo culpa al hankismo de la aplastante derrota electoral sufrida por el PRI en Baja California, en donde quedaron relegados como una lejana tercera fuerza política en la entidad, alcanzado en promedio apenas un pobre 10 por ciento de la votación.
En tanto, el hankismo argumenta que la derrota del PRI fue a nivel nacional y en gran medida por el arrastre que tuvo la candidatura de Andrés Manuel López Obrador. También señala que fue Jorge Hank quien cargó solo con la tarea de apoyar financieramente todas las candidaturas en juego y la movilización de la estructura el día de los comicios, ello al margen del estrepitoso fracaso.
La división del priismo en la pasada elección fue evidente. El castrotrentismo se hizo a un lado, poco o nada se involucró en las campañas por la sencilla razón que todas las candidaturas fueron para gente de Jorge Hank.
Incluso se maneja que, como ya ha ocurrido en otras elecciones, la traición se hizo presente nuevamente en el priismo, de suerte que gente cercana y afín al embajador operó a favor de las candidaturas del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), en donde el diplomático tiene, desde hace varios años, incrustados algunos personajes que le han sido cercanos desde hace muchos años.
En mayo pasado se le venció el plazo como dirigente estatal del PRI a David Ruvalcaba Flores, electo con el apoyo del hankismo. Hubo un acuerdo para que permaneciera en el cargo hasta que pasara la elección federal. Incluso, se acordó que su sucesor sería, de manera interina, Carlos Jiménez.
La dirigencia estatal es la única posición que ha logrado revivir el activismo de los priistas, polarizando las posiciones a favor de Jorge Hank o de Fernando Castro Trenti. Algo que no se le vio en la pasada contienda electoral.
Entre los escombros de su partido, hankistas y castrotrentistas se aprestan a protagonizar una nueva confrontación… futuras candidaturas mueven a los priistas entre lo que para muchos son solo ruinas de un partido.