Más de 30 millones de mexicanos se han “casado” con las promesa de López Obrador.
Por: Alberto SARMIENTO REYES / HIPTEX
¿Ya se empezó a reducir la corrupción en México?
Definitivamente no. Aunque el pasado domingo ganó Andrés Manuel López Obrador y ganó con el voto de más de 30 millones de mexicanos, seguramente todos quienes le dieron su respaldo han preferido esperar hasta el uno de diciembre para empezar a cumplir esa promesa de campaña.
¿Ya empezó el desplome de la economía en México?
Definitivamente no. Aunque durante toda la campaña presidencial la amenaza de una crisis económica y financiera ante un eventual triunfo de López Obrador fue impulsada por sus adversarios y empresarios, ello no ha ocurrido. Incluso el peso ha tenido una recuperación importante. En Tijuana, en las casas de cambio, ayer el dólar se cotizaba ya por abajo de los 19 pesos. Pero la pobreza y la desigualdad siguen ahí.
¿Ya empezó la crisis política en el País?
Definitivamente no. Desde la noche del domingo, el Estado Mexicano mostró la fortaleza de sus instituciones y una a una fueron reconociendo el triunfo de López Obrador. Las dirigencias nacionales del PRI, PAN, la presidencia del Instituto nacional Electoral (INE) y Presidencia de la República, por conducto de su titular Enrique Peña Nieto, fueron despejando todo riesgo con una actitud de alta civilidad política, a la que se sumó, finalmente el mismo candidato ganador.
¿Ya empezó México a recuperar la paz?
Definitivamente no. Las ejecuciones no se han detenido, ni siquiera durante la pasada jornada electoral. La cifra de homicidios violentos y otros delitos siguen imparables a lo largo y ancho del País. Luego de doce años de violencia la apuesta por la amnistía prometida parece ser la última carta que tendremos los mexicanos para que recuperemos la paz y tranquilidad.
¿Ya empezó la cuarta transformación de la Nación?
Definitivamente no. Los viejos y cuestionados rituales de la política mexicana instaurada por el PRI, retomada por el PAN, sigue vigente hoy más que nunca en torno a un hombre que ha logrado llegar a la presidencia con la mayor votación a su favor en la historia de México. “La cargada”, siempre presente tras el triunfo de un político mexicano, se ha mostrado en todo su esplendor con López Obrador.
Empresarios, algunos de ellos llamados “minoría rapaz” por AMLO, ex presidentes de la república, todos ellos integrantes de la “mafia del poder” y que perderán su pensión vitalicia con López Obrador, militantes y dirigentes de otros partidos en busca de sumarse a los ganadores, medios de comunicación otrora fervientes críticos del tabasqueño hoy forman parte de esa “cargada” a la que el virtual presidente electo recibe, apapacha y hace acuerdos.
¿Ya empezó el cambio en México?
Definitivamente sí. El triunfo contundente de López Obrador lo ha logrado. El mapa político en México ha cambiado. MORENA ha ganado la presidencia, tendrá mayoría absoluta en el Senado y la Cámara de Diputados, también en 18 legislaturas locales. Los grandes y viejos partidos políticos han quedado relegados y los que forman parte de la “chiquillada” casi han desaparecido.
Ha sido una semana de luna de miel para López Obrador y quienes ganaron, también para millones de mexicanos que con su voto no solo lograron el cambio, sino lo hicieron sin violencia, utilizando su voto, que por millones definieron el nuevo rumbo del País..
Ahora depende de López Obrador hacer efectiva la frase del poeta Joaquín Sabina: “Que cada noche sea noche de bodas, que no se ponga la luna de miel”. Porque de ese tamaño son las expectativas de los 30 millones de mexicanos que le dieron su voto. Y también de quienes no lo hicieron.