Tras los comicios en el Estado de México y Coahuila, quedan en claro que para que Morena gane la elección presidencial y las que estarán en juego en el 2024 deberá salir unido
Por Alberto SARMIENTO REYES / HIPTEX
Aunque la mayoría de las encuestas y analistas, y, desde luego, el presidente Andrés Manuel López Obrador dan por sentado el triunfo de Morena en los comicios presidenciales del 2024, el resultado de las elecciones celebradas en el Estadio de México y en Coahuila dejaron un claro mensaje para el partido en el poder.
El mensaje de los votantes en una y otra entidad, ambos bastiones del Partido Revolucionario Institucional (PRI) fue claro: para que Morena gane las siguientes elecciones debe salir unido.
Mientras en el Estado de México, donde fue designada candidata a la gubernatura la maestra Delfina Gómez, otros morenistas que estaban apuntados en la encuesta, aceptaron la decisión y se sumaron a la campaña de la ahora gobernadora electa.
Pero en Coahuila, el panorama fue totalmente diferente, ahí, la candidatura de Armando Guadiana dividió a Morena y sus partidos aliados. De una candidatura de unidad, surgieron tres opciones para el electorado.
Además del cuestionado abanderado de Morena, se dio la candidatura de Ricardo Mejía, exsubsecretario de Seguridad del Gobierno Federal y quien acusó de haber sido traicionado por la dirigencia nacional de su entonces partido y terminó por ser postulado por el Partido del Trabajo (PT).
Y por si faltara más división, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) se sumó a la candidatura de Lenin Pérez, postulado por la Unidad Democrática de Coahuila (UDC).
Y aunque al final, faltando unos días para la elección, las dirigencias del PT y el Verde dejaron colgados a sus candidatos para sumarse al de Morena, la división ya estaba hecha y el resultado fue una estrepitosa derrota ante el candidato del PAN, PRI y PRD, Manolo Jiménez,
Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, lo reconoció cuando, en su mensaje por el triunfo de Delfina Gómez en los comicios por la gubernatura en el Estado de México, al hacer énfasis en que la “unidad hizo la fuerza”.
Reconociendo el apoyo de los morenistas que habían buscado la candidatura y el apoyo de sus partidos satélites como el PT y el Verde. Pero no ha habido, ni por asomo, un reconocimiento a las causas de la derrota en Coahuila.
Y es que aunque Morena ha festinado el fin del priismo en el Estado de México, en especial la caída del Grupo Atlacomulco, el descalabro en Coahuila han encendido las señales de alerta para el partido del presidente López Obrador:
En el Estado de México, la morenista Delfina Gómez tuvo 52.6% de los votos, que equivale a 3 millones 245 mil 517 sufragios; mientras que la priista Alejandra del Moral tuvo 44.3%, que significa 2 millones 731 mil 375 votos; es decir, la diferencia fue de 8.3 puntos y no de “dos dígito” como pronosticaban sus dirigentes.
En Coahuila, el candidato del PAN, PRI y PRD, Manolo Jiménez, tuvo 56.9% de los votos, que son 741 mil 079 sufragios, mientras que el contendiente de Morena, Armando Guadiana, tuvo 21.4%, 278 mil 718 votos; el abanderado del PT, Ricardo Mejía, 13.3%, y Lenin Pérez, 5.8% de los votos.
Y si la tendencia que arrojan los resultados del PREP, al final en ambas elecciones Morena obtendrá 3 millones 524 mil 235, en tanto el bloque opositor del PAN-PRI-PRD alcanzará 3 millones 472 mil 454 sufragios.
Cifras totales que deben procurar al partido en el poder de cara los comicios del 2024, en los que una mala elección de candidato o candidata y una eventual fractura pudieran abrir el camino a una contienda presidencial complicada, nada que ver con las cuentas alegres que se tenían antes de este Domingo.
La unidad, en definitiva, es el reto de Morena y sus candidatos, no solo en el proceso presidencial sino en todas y cada una de las posiciones que estarán en juego.