La gobernadora Marina del Pila Ávila propició este martes el más fuerte golpe político al exgobernador Jaime Bonilla Valdez, cuando su compadre y Fiscal General del Estado, Guillermo “Titi” Ruiz Hernández, anunció la renuncia al cargo

Por Alberto SARMIENTO REYES / HIPTEX

Sin declaraciones estridentes, sin posturas protagónicas, la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda propició este martes el más fuerte golpe político al exgobernador Jaime Bonilla Valdez, cuando su compadre y Fiscal General del Estado, Guillermo “Titi” Ruiz Hernández, anunció la renuncia al cargo que ostentaba desde la asunción del “bonillismo” al poder en Baja California.

Como una muestra más del distanciamiento, para no manejar el término de rompimiento político, se debe entender el esperado anuncio de Ruiz Hernández, cuyo días en el cargo estaban contados desde el triunfo de Marina del Pilar a la gubernatura de Baja California.

Aunque apenas el sábado el propio Ruiz Hernández se apresuró a desmentir su renuncia y calificar como “Fake News” las versiones difundidas en redes sociales sobre su renuncia, este martes en las instalaciones de la Guarnición Militar de la Plaza, en presencia de los mandos castrenses y de la propia Marina del Pilar, el aún Fiscal anunció su renuncia al cargo.

Ruiz Hernández, uno de los emblemas del “bonillismo”, ha decidido hacerse a un lado, confirmando que el poder político de su compadre, Jaime Bonilla Valdez, poco o nada pudo hacer por evitar su caída.

Con la reforma constitucional para crear la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, promovida  por la gobernadora Marina del Pilar y aprobada por el Congreso de Baja California, a excepción de los diputados afines a Jaime Bonilla, y avalada por la mayoría en cuatro de los cinco Cabildos de los municipios de la entidad, el campo de maniobra política de Guillermo Ruiz Hernández se redujo de manera considerable.

Después de contar con el apoyo total del poder, vía su compadre y gobernador, Ruiz Hernández quedó expuesto a una situación adversa, y no lo podía manejar en el resto de su ejercicio, por lo que decidió renunciar.

Al entorno político, se debe agregar la realidad imperante en materia de inseguridad. Con una entidad con más 2 mil 500 muertos, más de mil 800 en Tijuana, y alza en otros indicadores delictivos, poco o nulo apoyo pudiera esperar el encargado de brindar seguridad y justicia a los bajacalifornianos.

La renuncia de Guillermo Ruiz a la Fiscalía de BC se ha convertido, por mucho, en el golpe político que propina Marina del Pilar a su antecesor Jaime Bonilla, confirmando, por un lado, la fuerza y presencia que la gobernadora ha ido acumulando en poco más de un mes en el poder; y, por el contrario, la pérdida de poder del empresario de medios convertido en gobernador.

Dato significativo, es que el anuncio de la renuncia de Guillermo Ruiz se hiciera en un evento como el izamiento de Bandera en la Guarnición Militar de la Plaza, instalaciones donde hace algunos años era convocados a policías municipales y ministeriales para presentar su examen de confianza y, para su sorpresa, eran detenidos acusados de ligados al crimen organizado.

Viéndolo desde ese aspecto, la renuncia le salió bastante barata al aún Fiscal de Baja California, porque además se llevó una placa de reconocimiento que le entregase la gobernadora Marina del Pilar “por su dedicación al servicio del Estado y su destacada labor en la lucha por la seguridad y la paz en Baja California”; todo lo cual no le sirvió para permanecer en el cargo.