A diferencia de otros cambios políticos, el logrado ayer en Baja California se fincó en un alto abstencionismos y en el “voto duro” del partido ganador.

Por Alberto SARMIENTO REYES / HIPTEX

Apenas hace un año, Baja California celebraba “el cambio” con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador y MORENA en la elección presidencial con una cantidad histórica de votos y mucho júbilo en las calles y plazas.

Ayer, MORENA, sin López Obrador en la boleta, logró arrebatarle el poder al Partido Acción Nacional (PAN) luego de cinco sexenios consecutivos, pero lo hizo con muy pocos votos y sin el festejo popular que este histórico hecho supondría.

A MORENA y sus candidatos a gobernador, alcaldes y diputados locales, les bastó el voto duro que López Obrador consolidó hace apenas un año para ganarle al PAN.

Poco menos del 30 por ciento de los bajacalifornianos con derecho a voto sufragaron en la jornada de ayer, pero con ese porcentaje MORENA y Jaime Bonilla a la cabeza lograron pasar a la historia como el partido y el candidato que sacaron al PAN del poder.

Hasta 1989, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ejerció, como en todo el país, el control político en Baja California, utilizando un voto cautivo, el corporativismo de sus centrales obreras y campesinas. Y cuando éstas no eran suficientes, el fraude electoral e incluso la represión de sus opositores.

Hace 30 años, el PAN, con Ernesto Ruffo Appel le arrebató el poder en una jornada histórica que marcó un antes un después de la vida política de Baja California y México.

Se registró una copiosa votación que anuló por completo las prácticas del priismo cobijadas en el llamado “mapachismo electoral” que incluían robo de urnas, acarreo de votantes, compra de votos y el intento de destruir algunas sedes electorales.

El triunfo panista se convirtió en una fiesta que comenzó la misma noche de la jornada electoral de hace 30 años y prosiguió varios días después hasta que Ernesto Rufo rindió protesta como el primer gobernador de oposición.

En el 2000, el panista Vicente Fox logró “sacar al PRI de Los Pinos” y, por primera vez, después de 70 años, un candidato de un partido diferente al PRI ocupó la presidencia de la república. Ese día se vivió una fiesta popular en casi todo México.

Apenas hace un año, López Obrador logró que por primera vez un candidato de izquierda se convirtiera en presidente de la república y con más de 30 millones de votos de respaldo. El júbilo popular se vivió cuando apenas estaban cerrando las casillas y se prolongó por varios días, durante el recorrido que el hoy presidente hiciera como agradecimiento a los mexicanos.

Ayer MORENA logró lo que por 30 años el PRI ni PRD habían podido: sacar al PAN del poder en Baja California. Pero hoy no hay júbilo popular, como tampoco hubo un voto masivo.

Por lo menos en las tres anteriores elecciones a gobernador, el PAN retuvo el poder gracias al llamado “voto duro” que fue construyendo desde 1989. Un voto clientelar en función de los programas sociales y la nómina gubernamental.

PRI y PAN, se alternaron las alcaldías de los cinco municipios también en función del “voto duro” que uno y otro presumían y ejercían.

Con apenas un año, MORENA ya logró consolidar un “voto duro” que le permitió, pese al abstencionismo ganar “carro completo” en la jornada de ayer.

Fue un triunfo histórico, sin duda alguna. Pero también fue un triunfo con pocos votos y poco júbilo.