Katie se convirtió en la estadounidense más joven en recibir un trasplante de cara.

ESTADOS UNIDOS.- Katie y Adrea siempre estarán juntas, un rostro las une. Katie Stubblefield, de 22 años de edad, recibió como trasplante el rostro de Adrea Schneider, una mujer de 31 años que murió por una sobredosis de drogas en 2017.

Katie, con el rostro desfigurado por un intento de suicidio cuando tenía 18 años de edad, ha recibido de Adrea una nueva oportunidad de vida.

Aunque pudo sobrevivir del disparo en la cara que ella misma se propinó, el daño fue mayúsculo y quedó desfigurada.

Ahora, con 22 años, es la estadounidense más joven en recibir un trasplante de rostro y una de las 40 personas en el mundo sujetas a un procedimiento de este tipo desde el primero en 2010.

La joven compartió su experiencia de cirugías reconstructivas con la revista National Geographic, quien tituló el trabajo periodístico sobre Katie como “La historia de un rostro” y aparece en la portada de septiembre.





La operación, aún considerada experimental, se llevó a cabo en una clínica en Ohio; el procedimiento se extendió por más de 30 horas y fue seguido puntualmente por un periodista y varios fotógrafos.

El Instituto de Medicina Regenerativa de las Fuerzas Armadas, en búsqueda de mejorar los tratamientos para el personal militar herido en la guerra, financió la cirugía de Stubblefield, no cubierta en los padecimientos de seguros médicos.





Hace cuatro años, Katie se convirtió en parte de la elevada estadística de jóvenes que intentan suicidarse en el mundo.

El suicidio es la segunda causa de muerte en población joven de 15 a 29 años de edad y de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, cada 40 segundos ocurre una muerte por suicidio, lo que redunda en 800 mil cada año.

Ella no logró acabar con su vida, en ese momento agobiada por una ruptura sentimental, un eventual cambio de domicilio y añejos problemas gastrointestinales, pero la bala que se disparó le destrozó gran parte de la cara; la nariz, parte de la frente y el hueso de la mandíbula. También le dañó el cerebro y los ojos.

Antes del trasplante, Stubblefield fue sometida a 22 cirugías reconstructivas, que hicieron uso de su muslo e impresión en 3D para reconstruir su mandíbula.

Pasó un año en lista de espera antes de acceder al trasplante proveniente de Adrea, que ya ha estado seguido de tres operaciones para mejorar funcionalidad.

Los daños por el disparo que se infringió dejaron secuelas de por vida a la joven, aún con dificultades para hablar por el daño que la bala le hizo en la boca y que deberá tomar medicación de por vida para reducir el riesgo de rechazo al trasplante.

Katie ha manifestado sus deseos de hablar con jóvenes sobre el suicidio y lo valioso de la vida. Ya se entrevistó con la abuela de Adrea, quien promovió que su nieta fallecida donara su cara.

Con información de BBC