El “terrible flagelo de la pederastia, que no hemos sabido enfrentar en el pasado”, ahora se está atendiendo con toda prontitud.
CDMX.- La Iglesia Católica atraviesa una etapa de crisis y de gran dificultad por los escándalos que afectan su credibilidad y autoridad moral, reconoció Monseñor Rogelio Cabrera López, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
En su mensaje de apertura de la Conferencia del Episcopado Mexicano en la CVII Asamblea Plenaria, el también arzobispo de Monterrey habló del “terrible flagelo de la pederastia, que no hemos sabido enfrentar en el pasado”.
Sin embargo, afirmó que ahora se está atendiendo con toda prontitud, privilegiando la atención a las víctimas y estableciendo compromisos y protocolos adecuados.
Quizá, nuestra emergencia pastoral más apremiante sean los sacerdotes, dijo. “Los protocolos para atender las denuncias sobre el abuso a los menores y a los adultos vulnerables han hecho que, en ocasiones, nos vean a los obispos como perseguidores o policías, minando la necesaria confianza filial que debemos despertar en ellos.
Estamos en el reto de mantener el equilibrio pues no podemos encubrir delitos, pero tampoco perder a nuestros presbiterios”.
Los Obispos de México debemos reconocer que, como Iglesia, atravesamos una etapa de crisis y de gran dificultad. No sólo por los escándalos que tanto han afectado nuestra credibilidad y autoridad moral, sino por el cambio de época que estamos viviendo y al que no estamos respondiendo de manera adecuada.
Migrantes, jóvenes, mujeres, minorías y hasta los mismos sacerdotes, no siempre nos sienten cercanos y sensibles ante sus problemas, agregó.
Se pronunció por el respeto a las autoridades civiles, pero sin renunciar al derecho de exponer la verdad.
"Además, ante el actual contexto político que vive el país, tan polarizado, no faltan voces que nos piden e incluso nos exigen, una actitud más combativa, no sólo de resistencia, sino de franca oposición. Creo que nuestra postura como obispos, debe ser de respeto hacia las autoridades civiles, sin renunciar a nuestro derecho de exponer la verdad en la que creemos; de colaboración en los asuntos que nos son comunes, pero abandonando cualquier deseo de colaboracionismo cómplice, y supuestamente útil".