La Navidad potencializa la añoranza por sus familias de miles de centroamericanos de la caravana migrante asentada en Tijuana. Para muchos será la primera que pasen alejados de los suyos.

Redacción/ HIPTEX

TIJUANA.- “Es la primera vez que estoy lejos”. Muchos de los miles de centroamericanos de la caravana migrante asentada en la ciudad coinciden con lo expresado por Gaby, una salvadoreña que vivirá la primera Navidad alejada de su familia.

La joven, hospedada en el albergue de la Zona Norte que la federación abrió en una bodega el fin de semana antepasado para retirar a migrantes que acampaban en la calle, desde el cierre del que funcionó en la unidad deportiva “Benito Juárez” y fue clausurado por insalubridad, no puede ocultar el pesar que le representa encontrarse tan lejos de los suyos.

Cuando se le pregunta qué extraña, aprieta los labios y desvía la mirada. “La familia viejo”, indica. “Se siente un vacío bien feo”.





Sin embargo, aclara a HIPTEX que nada de su sacrificio hasta el momento ha sido en vano, aunque resta lo más difícil para los que como ella siguen firmes en su idea de obtener asilo en Estados Unidos.

“Hasta ahorita nada ha sido en vano, pero falta lo más difícil, lo que falta es casi lo mismo de lo que hemos recorrido desde El Salvador hasta acá; es nada más un pedacito, pero es lo más difícil”, insiste.

Sobre sus familiares, sus padres y hermanos en El Salvador, afirma que los extraña mucho y esta Navidad no será lo mismo sin ellos.

La comida pasa a segundo término, aunque narra emocionada que para estas fechas en su país se acostumbran los tamales de gallina india, que son la tradición, al igual que los panes con pollo, caldo con especias y ensalada de verduras con mayonesa.

En Honduras, lo usual es la pierna de puerco horneada y los nacatamales, aunque son platillos que difícilmente se comerán en los albergues para la caravana migrante, uno en la Zona Norte de la ciudad donde aún tras su apertura 200 centroamericanos pernoctaron en la calle y el otro en “El Barretal”, con más de 2 mil 600 de ellos.

En la Zona Norte, los coordinadores del albergue se organizaban para esta noche de Nochebuena tener algo de música, bailar y darse el abrazo.

Grupos de organizaciones norteamericanas ya se daban cita en el sitio la mañana de este lunes para entregar donativos, llevar instrumentos para tocar música y hacer parecer que la distancia entre los centroamericanos y sus familias no es tan grande como en realidad existe. (lgs)