El surgimiento de la primera “actriz” creada con inteligencia artificial, presentada como Tilly Norwood, desata críticas de los gremios de actores Equity y SAG-AFTRA, quienes denuncian que estas tecnologías ponen en riesgo los derechos, empleos y la esencia del trabajo artístico humano

La creación de Tilly Norwood, una actriz generada por inteligencia artificial desarrollada por Eline Van der Velden a través de la productora Particle6 y el estudio Xicoia, ha encendido una polémica internacional que enfrenta a la industria audiovisual con los sindicatos de actores.

El proyecto fue anunciado en el Festival de Cine de Zúrich como el “primer estudio de talentos de IA del mundo”, lo que generó reacciones inmediatas por parte de los sindicatos. La organización estadounidense SAG-AFTRA declaró que “Tilly Norwood no es una actriz, sino un personaje creado por computadora entrenado con el trabajo de innumerables profesionales, sin permiso ni compensación”. La agrupación advirtió que este tipo de desarrollos amenazan con “poner actores fuera de trabajo, poner en riesgo sus medios de vida y devaluar la labor artística humana”.

En el Reino Unido, el sindicato Equity se unió a las críticas. Su secretaria general, Paul Fleming, afirmó en Sky News que “un programa de computadora no puede recrear el alma de un ser humano ni el oficio de la actuación”. Además, la organización anunció que estudia la aplicación de regulaciones de protección de datos (como el GDPR) para exigir transparencia sobre las fuentes que nutren estos modelos de IA.

“Estamos preocupados por el origen de los materiales utilizados y si los intérpretes dieron su consentimiento para su uso”, señaló Shannon Sailing, organizadora de medios de Equity, en declaraciones a la BBC. La unión británica exige estándares mínimos en el uso de IA en la industria del entretenimiento y ha llamado al gobierno a reforzar los derechos de los intérpretes.

Mientras actores como Emily Blunt, Toni Collette, Melissa Barrera, Natasha Lyonne y Whoopi Goldberg han expresado públicamente su rechazo, Van der Velden defendió su proyecto asegurando que la IA debe verse “no como un reemplazo, sino como una nueva herramienta, al igual que lo fueron la animación o el CGI”.

La aparición de Tilly Norwood se convierte así en símbolo de un debate mayor: ¿puede la inteligencia artificial convivir con el arte humano sin desplazarlo, o representa una amenaza directa para el futuro de la actuación?