La responsabilidad de salvar a la vaquita marina no puede recaer exclusivamente en México. “Estados Unidos y China, como países de tránsito y destino de los productos ilegales derivados de la totoaba, también deben asumir su parte
BAJA CALIFORNIA.– A pesar de los esfuerzos sostenidos por parte del gobierno y la sociedad mexicana, la vaquita marina (Phocoena sinus) sigue al borde de la extinción. Con una población estimada de apenas entre 10 y 12 individuos, esta especie endémica del Alto Golfo de California enfrenta un futuro incierto que, según expertos, no podrá revertirse sin el respaldo y la acción decidida de la comunidad internacional.
José Carmelo Zavala Álvarez, ingeniero bioquímico y director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental México A.C. (CIGAMX), advirtió que, si bien México ha emprendido acciones para proteger a la vaquita, estas no han sido suficientes para revertir su drástica disminución. “Lo más optimista que podemos decir es que la población se mantiene, pero en un número de individuos muy, muy pequeño”, señaló.
Zavala explicó que se han incorporado nuevas tecnologías para monitorear a esta especie, como el uso de herramientas genéticas y análisis de ADN ambiental (metagenética) Estos avances científicos abren nuevas vías para comprender el comportamiento y la reproducción de esta marsopa, aunque también refuerzan la urgencia de proteger su hábitat natural.
Uno de los factores principales que pone en riesgo a la vaquita marina es la pesca ilegal de totoaba, cuyo buche es altamente valorado en el mercado asiático, especialmente en China. Zavala reconoce este problema, pero también destaca que México ha logrado avances con el cultivo legal de totoaba en granjas de engorda en Baja California, lo que podría ayudar a reducir la presión sobre las especies silvestres.
No obstante, un problema estructural permanece sin resolverse: el ecosistema alterado por la ausencia de agua dulce del río Colorado, vital para las marismas del Alto Golfo. “Desde que se construyó la presa Hoover, el río ya no llega al mar. Sin este aporte, el ecosistema pierde nutrientes y la vaquita marina queda aún más vulnerable”, explicó el especialista.
Zavala fue enfático al señalar que la responsabilidad de salvar a la vaquita marina no puede recaer exclusivamente en México. “Estados Unidos y China, como países de tránsito y destino de los productos ilegales derivados de la totoaba, también deben asumir su parte. No podemos cargar solos con este estigma”, sentenció.
Próximamente se llevará a cabo un nuevo conteo de vaquitas marinas, el cual será crucial para determinar el estado actual de la especie. Mientras tanto, la esperanza recae en la cooperación internacional para sumar esfuerzos reales que frenen su extinción.
Salvar a la vaquita marina no es solo un compromiso ambiental de México; es un llamado urgente a la corresponsabilidad global en favor de la biodiversidad planetaria.