Inmigrantes centroamericanos, principalmente hondureños, ven en Estados Unidos una esperanza de una vida mejor, una oportunidad de trabajo y de ayudar a los suyos en sus países de origen.
Redacción/ HIPTEX
TIJUANA.- Su esperanza está en Estados Unidos, allá tienen sus ojos puestos, en eso centran su fe y cimientan sus ruegos por una vida mejor, muy lejos de su patria y sus seres queridos, pero también alejados del hambre, el desempleo y la violencia que los orilló a sumarse a la caravana migrante que este día llegó a la ciudad.
A Tijuana la ven sólo como ciudad de paso, un punto obligado para cruzar “al otro lado”, aunque saben que para lograr amnistía por parte del gobierno estadounidense, deben hacerlo por la vía legal.
La mayoría viene de Honduras, entre ellos jóvenes adolescentes desde los 16 años de edad, quienes huyen y buscan al mismo tiempo.
Se trata de un contingente de 349 migrantes que luego de ingresar a la ciudad por la carretera Tijuana-Tecate provenientes de Sonora, fueron llevados en los mismos camiones al desayunador salesiano del Padre Chava para que recibieran alimentos, para algunos de ellos los primeros en tres días de traslado.
Es el segundo grupo de migrantes centroamericanos que ingresa a la ciudad desde el fin de semana, cuando un primer contingente de integrantes de la caravana LGBTI arribó para instalarse en una casa rentada de Playas de Tijuana.
De acuerdo a la autoridad estatal existe capacidad para alojarlos en albergues coordinados por el gobierno municipal y la sociedad civil.
“Traigo llagados mis pies de tanto caminar, pero yo voy a llegar a los Estados Unidos. La fe es la última que se pierde”, dijo a HIPTEX una migrante de San Pedro Sula, Honduras que tardó un mes 17 días en llegar a Tijuana con el único fin de cruzar a Estados Unidos.
“Aquí no espero nada, yo espero cruzar a Estados Unidos”, comentó la mujer que afirmó viajar sola y calificó el camino como difícil, pero se declaró agradecida con México, con “México lindo”.
Al grito de “¡Sí se pudo y Viva México!, los migrantes centroamericanos comenzaron su descenso de los camiones patrocinados por gobiernos estatales en su paso por el país.
“Apóyenos, queremos trabajo. Le pedimos a Estados Unidos que nos apoye, que nos dé una oportunidad, somos trabajadores, somos honrados. Todos queremos trabajar”, declararon algunos aún encima de los autobuses.
“Nuestros seres queridos quedaron con la esperanza de que llegando a Estados Unidos los podamos ayudar”. (lgs)