Presidentes, miembros de la realeza y una multitud de fieles despidieron el sábado al papa Francisco en una solemne ceremonia fúnebre en la Plaza San Pedro

CIUDAD VATICANO.- A cinco días de la muerte del Papa Francisco, obispos, arzobispos, cardenales, medio centenar de líderes mundiales y miles de fieles se reunieron este sábado 26 de abril en El Vaticano para dar el último adiós a Jorge Mario Bergoglio.

De manera simultánea, los líderes de la Iglesia Católica, encabezados por el cardenal camarlengo Kevin Joseph Farrell —quien verificó la muerte del Papa, selló las habitaciones privadas del Sumo Pontífice y gestiona los bienes de la Santa Sede— alistan otros procesos tradicionales clave.

Este sábado, tras el funeral, los restos del Santo Padre serán sepultados, como él mismo lo pidió en el testamento del Papa Francisco, para dar paso a los nueve días de luto y, posteriormente al cónclave, donde los integrantes del Colegio Cardenalicio elegirán al nuevo Vicario de Cristo en la Tierra.

Presidentes, miembros de la realeza y una multitud de fieles despidieron el sábado al papa Francisco en una solemne ceremonia fúnebre, donde un cardenal afirmó que el legado del pontífice de cuidar a los migrantes, los oprimidos y el medio ambiente no debe morir con él.





El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que se había enfrentado al papa por esos temas, se sentó con las filas de dignatarios extranjeros a un lado del ataúd de Francisco en la enorme plaza de San Pedro.

Al otro lado se sentaron los cardenales que deben elegir decidir si debe continuar con su impulso por una Iglesia más abierta o ceder ante los conservadores que quieren volver a un papado más tradicional.

El pontífice argentino, que había dirigido la Iglesia católica durante 12 años, falleció el lunes a los 88 años tras sufrir un derrame cerebral.

"Rico en calidez humana y profundamente sensible a los desafíos actuales, el papa Francisco compartió verdaderamente las ansiedades, los sufrimientos y las esperanzas de este tiempo", dijo el cardenal italiano Giovanni Battista Re, quien presidió la misa funeral.

La multitud, que abarrotaba la plaza y las calles de los alrededores, rompió en aplausos cuando Re habló del apoyo de Francisco a los inmigrantes, sus constantes llamamientos a la paz, la necesidad de negociar para poner fin a las guerras y la importancia de abordar el cambio climático.

Volvieron a aplaudir con fuerza al final de la misa, cuando los portadores levantaron el ataúd y lo inclinaron ligeramente para que más gente pudiera verlo.

Las vistas aéreas del Vaticano durante el funeral mostraban un mosaico de colores: el negro de las vestimentas de los líderes internacionales, el rojo de las vestiduras de unos 250 cardenales, el morado de algunos de los 400 obispos y el blanco de los 4,000 sacerdotes asistentes.

El Vaticano calcula que más de 250,000 personas asistieron a la ceremonia, que duró dos horas.

Después del funeral, mientras las grandes campanas de la Basílica de San Pedro doblaban en señal de luto, el ataúd fue colocado en un papamóvil descubierto y conducido a través del corazón de Roma hasta la Basílica de Santa María la Mayor.

Francisco, que evitó gran parte de la pompa y el privilegio durante su papado de 12 años, había pedido ser enterrado allí en lugar de en la cripta de San Pedro, que es el lugar de descanso tradicional para los papas.

El entierro se llevó a cabo en estricta privacidad.

El papamóvil salió del Vaticano por una entrada lateral a pocos metros de la casa de huéspedes Santa Marta, donde Francisco había elegido vivir, en lugar de los ornamentados apartamentos renacentistas del palacio papal.

Unas 150,000 personas, según las estimaciones de la policía, recorrieron los 5.5 kilómetros de la ruta hacia Santa María la Mayor.

Algunos agitaban pancartas y otros arrojaban flores hacia el féretro. Gritaron "viva el papa" y "adiós, Francisco" mientras la procesión recorría los monumentos antiguos de Roma, incluido el Coliseo.