Desde pequeño José Miguel vivió de cerca el arte de la panadería, es el oficio de su madre, errores cometidos lo llevaron al Centro de Internamiento para adolescentes, donde se encuentra próximo a salir con una meta bien definida: dedicarse a la repostería y abrir su propio negocio

TIJUANA.- José Miguel creció viendo a su madre cocinar pasteles y pan dulce, oficio que ha sido parte del sostén familiar, con ella aprendió la dedicación para hacer de cada pieza horneada tiene algo especial, sin embargo, fue en el Centro de Internamiento para Adolescentes de Tijuana, donde perfeccionó su estilo, creándose en él, la convicción de saber que a esta profesión es a lo que quería dedicarse por el resto de sus días.

La atracción por el dinero fácil y algunos errores cometidos en su andar, llevaron al joven de 18 años de edad a un camino sombrío que le privó de su libertad con una sentencia de dos años, la cual está próxima a concluir.

“La ambición por el dinero fácil es la perdición, muchas veces los padres se esfuerzan para darte todo lo que tienen y no lo valoramos, se nos hace poco, pero realmente con eso se puede ser feliz, el dinero fácil no es real, es una fantasía”, asegura.

El coraje, resentimiento y la frustración que invadieron su ser cuando recién ingresó a la antes llamada “Tutelar de Menores” fueron sentimientos que fueron cambiando por redención, perdón y tenacidad, hasta ir subiendo rangos en el hábitat donde más libre se siente.

“En la cocina empecé en mantenimiento (limpieza) y después me pusieron de ayudante de cocina y como miraron que si sabía fui subiendo hasta llegar a ser el panadero del Centro y encargado del almacén”, comparte con orgullo.

Los talleres de psicología y educación combinados con los programas de reinserción social que brinda la Comisión Estatal del Sistema Penitenciario, le brindaron al “Flaco” una transformación en mente y espíritu, de la que, a su vez, ha nacido una asombrosa madurez para afrontar el futuro que avecina en la vida con la sociedad.

“Me quiero dedicar a esto, es lo que me apasiona, y no sé, tal vez más adelante poner mi propia panadería, he pensado mucho en eso, cuando estoy en mi celda solo, pensando me voy en mi viaje, quiero tener mi propio negocio”, diciéndolo con un brillo en los ojos distinto al resto de la charla.

Y es que, si de hacer pan dulce se trata, Miguel se ha ganado un prestigio dentro del centro de internamiento tanto con sus compañeros como con el personal operativo, y en gran parte, eso se lo debe al chef Genaro Valle, trabajador de la CESISPE y encargado de la cocina de dicho centro en su totalidad, quien supo pulir perfectamente las cualidades del futuro repostero hasta convertirlo en un especialista en pasteles y en las tradicionales conchas.

José Miguel es otro caso más de éxito de los programas de reinserción social, los cuales tienen el firme propósito de transformar a las personas privadas de la libertad en ciudadanas y ciudadanos ejemplares para la sociedad.