Un día que me tocó salir solo, conseguí una grabadora prestada, y llegué a la taquería El Fénix, canté y bailé tres cumbias y salieron como 400 pesos en un ratito, “no, pues de aquí soy” pensé.
Yo era electricista, pero después de un accidente tuve que dejar de trabajar como seis meses, cuando mi esposa dijo que sólo teníamos sopa para comer; ni agua había, me desesperé y salí a buscar trabajo, pero como todavía traía el collarín puesto, no lo pude conseguir.
Un día un amigo me dijo que cantara y bailara en las taquería, yo no me animaba, pero el hambre es canija y empecé con él, él tocaba guitarra y yo cantaba y así fui aprendiendo a pedir cooperación.
Un día que me tocó salir solo, conseguí una grabadora prestada, y llegué a la taquería El Fénix, canté y bailé tres cumbias y salieron como 400 pesos en un ratito, “no, pues de aquí soy” pensé.
A través del tiempo solo era ese lugar, ni permiso pedía, ahora me sobran lugares dónde cantar, ya llevo 17 años cantando. Mi trabajo de electricista lo hago sólo cuando me sale alguna chambita, pero ya vivo de esto, con decirte que una vez, un señor me pagó para que NO cantara.
Una anécdota bonita de mi trabajo, es que había una familia que venía de Estados Unidos, traían a la mamá que estaba como muerta en vida, después de que murió su esposo ella no platicaba con nadie, le hablaban, y no contestaba, y pasó que mientras estaba cantando y bailando en el Mercado Negro, la señora me escuchó y empezó a hablar “hija ayúdame a levantarme de esta silla porque voy a bailar con el señor”. Y con lágrimas en los ojos, la hija se emocionó al ver que su madre volvió a hablar y esto gracias a mi música. Yo soy creyente y me emociono cuando platico esta anécdota.
Mi música es muy alegre, es pura cumbia que pone a bailar a niños y a adultos, siempre me piden la de “Sergio el Bailador”, por eso me dicen así.