A los 23, ya me empezaba a inyectar heroína con coca, en el pescuezo, en los brazos. Empecé a venir a Tijuana, con unos primos, ya sabía dónde estaban las tienditas, me inyectaba 30, 40 veces al día, pero no dejaba que la gente supiera, siempre andaba bien limpiecito, cambiado y no robaba.
Yo nací en Jalisco, pero me fui a Estados Unidos desde que era niño; ahí me crié en las pandillas. Yo pertenecía a los 'Sureños' en un barrio de San Fernando, tenía 8 años cuando llegué.
Mi papá nos abandonó cuando se fue a Estados Unidos, me quedé con mi hermano y mi mamá, y andábamos pidiendo en las casas para que nos dieran algo de comer. Luego nos fuimos también para allá.
A los 10 años miraba a las pandillas y como a los 11 empecé a robar bicicletas, me agarraron por eso y fue la primera vez que estuve en un reformatorio, después empecé a fumar marihuana, PCP, pintura, como chemo, eran las drogas de la época, por baratas.
A los 15 me volvieron a encerrar, me dieron 6 meses y cuando salí, me quise ir a México para recordar cómo era mi tierra, pero vi muchas cosas muy tristes en mi familia, mucha pobreza y mejor me regresé a Estados Unidos.
Cuando regresé conocí a una muchacha, se llamaba Teresa, tenía 13 años, yo 16, estábamos chavalillos. Ella se embarazó y tuvimos un niño, que no cuidábamos, mi mamá era la que lo tenía siempre, yo ni trabajaba en ese tiempo, porque no duraba en la calle, duraba 2, 3 semanas y me agarraba la policía. Desde que estaba morrillo nunca he durado un año en la calle, siempre he estado en la cárcel por diferentes temporadas, hasta hace 6 años que ya no me han vuelto a encerrar.
Yo recuerdo que le decía a mi novia que no importa con qué drogara, pero que nunca se inyectara, porque la heroína es la droga más fuerte, y es muy difícil dejarla, además de que no me gustaban las agujas.
Yo me metía marihuana, ácidos, PCP, lo que sea, no me preocupaba, porque yo no dejaba que las drogas me dominaran, yo sabía que podía dejarlas cuando quisiera.
A los 18 me metieron a 'La Pinta', es una prisión en la que me aventé unos 18 meses, luego regresé otros 3 años, para cuando salí vi que mi novia ya se inyectaba y pues mirándola fue que yo me inyecté también, me dio curiosidad.
A los 23, ya me empezaba a inyectar heroína con coca, en el pescuezo, en los brazos. Empecé a venir a Tijuana, con unos primos, ya sabía dónde estaban las tienditas, me inyectaba 30, 40 veces al día, pero no dejaba que la gente supiera, siempre andaba bien limpiecito, cambiado y no robaba.
En 1992 me agarró la Federal y me encerraron hasta 1999 por cruzar La Línea nomas; estuve en la Pinta Federada, una prisión de máxima seguridad en el "otro lado". Cuando entré no me asusté, eso no me asusta, ya estoy acostumbrado, me sé portar y obedezco.
Como en el 2000 ya andaba bien prendido de la chiva, me pasaron muchas cosas, me golpearon, tengo 7 balazos, y andaba en la calle ya valiendo madres, fue cuando pensé que ya no podía seguir así, sentí que tenía que cambiar y busqué a mi hermano mayor y le dije que quería entrar a un Centro de Rehabilitación en Tijuana.
Cuando entré, llevé a escondidas algo para ponerme loco, y dentro de mi loquera corrí y me escapé, pero me agarraron y me aventaron baldes de agua fría y me humillaron feo, y eso fue lo que me hizo cambiar, la humillación, no me gusta.
Y me empecé a alivianar, a hacer rutina, a mejorar. Cuando llevaba un mes y medio, llegaron a visitarme mi mamá, mi hermano y mi hijo, él ya tenía 17 años... fueron a decime que Teresa se murió. Me salí del centro para irla a enterrar.
Cuando llegué al otro lado, me daba mucha tristeza porque mi hijo era como un retrato mío, él quería que me quedara y me quedé para que fuera a la escuela, pero él también se quería meter en pandillas, yo le quería abrir los ojos, pero no me hizo caso.
Un día me avisaron que los policías tenían a mi hijo, fui a ver y a mi hijo lo tenían tirado de panza, esposado, me miró, había matado a alguien. Le dieron 5 años a vida, esto quiere decir que puede cumplir 5 años si se porta bien o quedarse de toda su vida en la cárcel. Desde entonces no lo he vuelto a ver.
Como en el 2002, me metieron de nuevo a la Pinta, y volví a usar heroína, a inyectarme y andar de loco, fue cuando pensé, si llego a salir de esta, ya dejaré de usar heroína por el resto de mi vida. En el 2011 salí, mi hijo ya había salido también, sé que tiene su mujer y tres hijos, él sí compuso su vida.
Ahorita tengo 7 años sin usar heroína, conseguí un trabajo de velador, vivía en Maneadero, con mis hermanos. Todo iba bien, pero empecé a descontrolarme, por la falta de comunicación con mi familia y volví con cristal, pero al ver que mi familia no me hacía caso, yo sólo pensé en recuperarme, no los necesito pensé, dormía en la calle, bajo el puente, y busqué a un conocido que tengo y él me dijo de este Centro.
Yo lo único que quiero ahora es conseguir un trabajo y un lugar donde vivir; la droga ya me tiene sin cuidado, quiero vivir mejor, en SERADIC me dan pláticas, me dan donde dormir, un plato de comida, ¿quién te da eso?, esto es un privilegio... me ha servido mucho.
Yo no le debo nada a nadie, no me escondo de nadie, ya pagué lo que tenía que pagar, me llamo Héctor, me dicen 'El Topo', y si me quieres tomar una foto, tómala, porque me siento bien y tranquilo.