“Me duele la memoria, las fotos de mis hijos, mis videos, sus juguetes”, señaló Adrián Gaeta, uno de los afectados por el incendio.
Redacción/ HIPTEX
TIJUANA.- Las imágenes son escalofriantes, pero más aún lo es la devastación que representa saber reducidos a escombros años de esfuerzo, que incluso implican el trabajo de varias generaciones de una misma familia.
En La Sierra seis familias, tres de ellas en un mismo predio y con décadas de habitar el lugar, perdieron todo lo que tenían. Todo lo consumió la lumbre en 10 minutos.
En ese lapso de tiempo se extendieron las llamas propagadas por los fuertes vientos de la condición Santa Ana, que en la última semana ya ha dejado sin casa a casi 80 familias.
Sólo fue posible reflexionar y evacuar, y ante la natural resistencia de no dejar lo que ha costado tanto trabajo, ganó la cordura y se salvó la vida.
“Esta vez no hubo tiempo de que llegaran a responder los Bomberos, el tiempo nos ganó”, declara Adrián Gaeta, uno de los afectados por el incendio de la noche del miércoles.
No se encontraba en el sitio al momento del siniestro. Venía en camino después de trabajar cuando sus familiares le avisaron que había un incendio y sus viviendas estaban en peligro.
Narra lo sucedido con una elogiable serenidad y agradeciendo que sus seres queridos, que sí se encontraban en las viviendas cuando comenzó el fuego, salieran ilesos.
Lamenta lo perdido, indudablemente, pero agradece que su madre, que no quería abandonar su casa, finalmente haya salido y sucediera lo mismo con su hermana y sus cuatro hijos, entre ellos un recién nacido, que tampoco sufrieron lesiones.
Afirma que en lo personal lo que más le duele “es la memoria”.
“Me duele la memoria, las fotos de mis hijos, mis videos, sus juguetes”, algo que para muchos pudiera considerarse trivial, pero para los padres es parte de los invaluables recuerdos que tienen de lo que más quieren.
El cerro se había prendido antes en La Sierra y Bomberos lo habían apagado rápido. Esta vez ganó el viento, propagó la lumbre y todo lo redujo a escombros y ceniza. También influyó la falta de agua.
A escasos metros de lo que fue la casa de Adrián y su familia se aprecia una gran extensión de cerro calcinado, pero la realidad es tomada con la mejor de las actitudes para quienes a pesar de haber perdido todo lo material, agradecen conservar la vida y la de sus familiares. (lgs)