¿Pero es el número de nacimientos el punto correcto sobre el que hay que enfocarse? Hay una investigación persuasiva que sugiere que incluso un control draconiano para una baja población podría hacer poco para aminorar el crecimiento de la población de la tierra o mitigar el cambio climático.
CHICAGO.- Brandalyn Bickner creció convencida de que sería madre de 13 pequeños.
Parte de una familia católica en Wauconda, un suburbio de Chicago en el estado de Illinois, Estados Unidos, Bickner nutrió su visión merced a las escuelas católicas en las que estudió la secundaria y preparatoria. Incluso después de la universidad Bickner siguió pensando en una familia numerosa, aunque ahora ajustó el número de hijos deseados a una cifra más modesta, quizá unos cuatro o cinco hijos.
A los 23 años se unió a los cuerpos de paz en Malawi y comenzó a encontrar motivos para revisar sus planes.
“En Malawi por cuatro años, constaté bastante bien una serie de impactos del cambio climático en un país que subsiste predominantemente por los granjeros”, dijo Bickner. Vio entonces muy de cerca cómo los patrones del cambio climático dictaban de manera creciente si sus vecinos o amigos podrían comer –y se sintió de alguna manera culpable sobre el modelo de vida de carbón intensivo de Estados Unidos.
“Quise apoyar una serie de políticas que pudieran ayudar, pero también deseaba ver lo que desde una perspectiva personal yo podía hacer”.
Bickner, ahora de 28 años, reconoció con rapidez que tener hijos en Estados Unidos –ya sea cuatro, cinco o 13- podría ser la elección de mayor carbono intensivo que podría tomar.
En el mundo desarrollado la impronta de carbón de un niño es de 58.6 toneladas métricas por año, en contraste con la de un niño Malawi que se ha estimado de manera consistente entre 0.07 y 0.1 toneladas métricas por año.
Mientras trabajaba en Malawi, y batallaba con estas dudas personales, Bickner forjó una relación con su compañero de los Cuerpos de Paz, Chase Morgan.
Ambos comenzaron a salir y ahora viven juntos en Washington, DC. Bickner trabaja como especialista en asuntos públicos en una agencia federal y Morgan lo hace con una agencia de desarrollo internacional para infraestructura de energía.
Los dos hicieron ver a sus padres que no esperaran nietos. “Llegamos a esta decisión con base en criterios personales”, indicó Morgan, de 30 años, quien comparte las opiniones de Bickner sobre la natalidad. “Deseo mitigar mi propia huella de carbón y mi propio impacto en el grado en que pueda hacerlo”.
“Me hace feliz saber que puedo hacer algo que ayude a las personas como mis amigos y vecinos en Malawi”, expresó Bickner.
Ambos forman parte de un movimiento generacional emergente vinculado al cambio climático y su impacto sobre alternativas reproductivas personales. Como personas que incorporan sus planes futuros al factor clima, la decisión de tener familia se está convirtiendo de manera creciente en un punto de tensión: con las cosas como van en la Tierra, cuántos niños es responsable tener? ¿Deberían tener?
Una ansiedad profunda
Conforme las tasas de nacimiento caen en Estados Unidos, los factores socioeconómicos se perfilan como las variables dominantes en esa baja.
Hay cada vez más evidencia de que el clima se está convirtiendo en una consideración para algunas parejas cuando evalúan la decisión de tener familia.
Una encuesta este año hecha por Business Insider reportó que casi el 38 por ciento de los estadunidenses con edades entre los 18 y 29 años creen que las parejas deben considerar el cambio climático al decidir si tienen hijos.
Un sondeo en 2018 del The New York Times reveló que una tercera parte de los hombres y mujeres estadunidenses entre los 20 y 45 años citaron el cambio climático como un factor en su decisión de tener menos hijos.
Matthew Schneider-Mayerson, profesor adjunto de Estudios del Medio Ambiente en el Colegio de Yale-NUS en Singapur, encabezó hace poco una encuesta a detalle entre 901 adultos alrededor del mundo, con edades entre los 27 y 60 años, que dijo que estaban “conectando el cambio climático a sus alternativas reproductivas”; entre los que figuraban “padres, planeando tener hijos, aún sin una decisión o comprometidos a no tener descendencia”.
“Muchas personas jóvenes y preocupadas por el clima, experimentan una angustia real sobre esta decisión”, dijo Schneider-Mayerson sobre sus hallazgos. “Mientras que la preocupación sobre la huella de carbón de la tendencia a la procreación tiende a ser abstracta, la ansiedad sobre los hijos capaces de una vida buena en un futuro de cambio climático es extremadamente emocional y profunda”.
Sin una respuesta inmediata al cambio climático, dijo, el número de personas que están preocupadas por el futuro de sus hijos y el factor clima en sus opciones reproductivas, crecerá.
Política, no población
¿Pero es el número de nacimientos el punto correcto sobre el que hay que enfocarse? Hay una investigación persuasiva que sugiere que incluso un control draconiano para una baja población podría hacer poco para aminorar el crecimiento de la población de la tierra o mitigar el cambio climático.
Betsy Hartmann, profesora emérita de estudios del desarrollo en Hampshire College en Massachusetts, y autora del Síndrome de Estados Unidos: Apocalipsis, Guerra, o Nuestro Llamado a la Grandeza, coincide.
“Las tasas de crecimiento están justamente ahora a la baja en todo el mundo, con un promedio familiar en torno a 2.5 hijos. En unos cuantos lugares, donde las tasas de natalidad permanecen relativamente elevadas, en países como aquellos del África Subsahariana, las emisiones de carbono per cápita se encuentran entre las más bajas del mundo.
En vez de enfocarse en la reproducción femenina, “el reto urgente del cambio climático demanda el abatimiento real de los verdaderos culpables como las empresas de combustibles fósiles y los poderosos intereses políticos y militares que los respaldan”.
De manera similar, un estudio publicado en 2017 en Actas de la Academia Nacional de Ciencias modeló una serie de políticas antinatalistas y sus resultados, entre ellos una política global de un solo hijo, y encontró que “incluso una rápida transición hacia una política de un hijo único, conduciría a una población similar a la de hoy en 20100”.
Los autores concluyen que políticas y tecnologías que limiten el consumo de recursos arrojaría un impacto más inmediato y mucho mayor con mucho.
El futuro es tan increíblemente incierto, que resulta verdaderamente aterrador contemplar la perspectiva sobre los niños que hayas tenido o los que pudieras tener.
Esto es precisamente el por qué muchas organizaciones que han surgido para examinar el vínculo entre la procreación y el clima se enfocan en avalar los cambios políticos sobre emisiones globales menores y no tanto en el control de la población.
Dos de estas organizaciones, Conceivable Future y BirthStrike, argumentan que las preocupaciones sobre el clima están constriñendo las alternativas reproductivas a la conciencia climática entre los jóvenes.
Estos grupos alientan a las personas de todo el mundo a compartir sus historias sobre la incertidumbre reproductiva y buscar la movilización de una generación de futuros padres para empujar a la acción climática mediante la adopción de decisiones reproductivas en un mundo menos asediado por el desastre ambiental.
“Los retos que enfrentan las personas que hemos escuchado van en un espectro desde ¿qué daño hará mi hijo al mundo? a ¿qué tipo de daño sufrirá mi hijo en un mundo más caliente, más violento y menos estable? Plantea Meghan Kallman, co-fundador de Conceivable Future.
“El futuro es tan increíblemente incierto, que es realmente terrible contemplar la perspectiva para los niños que tengas o que pudieras tener”, reitera, citó la cadena británica de radio y televisión, BBC.
Lanzado al final de 2014, Conceivable Future alberga un sitio web donde personas de todo el mundo pueden dar testimonio sobre sus preocupaciones en torno al clima y la paternidad.
La organización también alberga sitios en todo el mundo para los interesados –padres o futuros padres- a fin de que discutan sus preocupaciones.
La co-fundadora Josephine Ferorelli alude a éstos como “una herramienta abierta que las personas pueden usar para conversar sobre sus propias comunidades” y estima que Conceivable Future ha albergado o facilitado unos 50 encuentros de este tipo en los últimos años.