Ir a la zona centro, al Zacas, era para muchos un momento de gala barrial, porque se iba a quemar un toque, un gallardo, un "John Bonachón", unos hitazos, a "smokear la weed" en un espacio que en teoría no se puede, un bar de la zona Centro.

Texto: Crisstian Villicaña

Fotos: Crisstian Villicaña y Fb Zacasonapán


Mítico como sólo él. La chavalada se sentía casi glorificada al bajar a la "zonaja", para escenificar una pasarela donde el vestido era un traje de peligro, complementado con toques de obscuridad y un siempre colorido código policiaco como tocado.

Ir a la zona centro, al Zacas, era para muchos un momento de gala barrial, porque se iba a quemar un toque, un gallardo, un "John Bonachón", unos hitazos, a "smokear la weed" en un espacio que en teoría no se puede, un bar de la zona Centro.

Entrar al lugar significaba descender por una escalera curveada, donde nada se ve hasta que te encuentras abajo, en la cueva del Zacazonapan Bar, famoso lugar de la calle Primera y avenida Constitución que pese a lo que se pueda pensar, nunca fue un lugar exclusivo para "marihuanos" o para la idealización que se tiene sobre la persona que consume cannabis; el clásico morra o bato con rastas, acá había de todo tipo de gentes, de todo, porque así es la marihuana, une, no separa.





Imagínate sentado en una de las cuatro sillas de una mesa, te acompaña una caguama Tecate y un porro que viaja de ¿derecha a izquierda? de ¿izquierda a derecha?; el chiste es que role. Es un ambiente perfecto para aquellos que gustan de fumar la cannabis; no había bronca, básicamente podías llegar con tu propia hierba o conseguir ahí mismo para poder ser parte de, mientras, las rolas giraban por la rockola, desde los clásicos del rock que no fallan en cualquier bar (Led Zepellin, Black Sabbath, Bob Dylan) hasta pasar de repente por uno que otro corridito, al final lo norteño nos aflora y ya entonados y viajados, un corridazo no tiene pierde; hasta digno de análisis resulta.





Hay que reconocer que permanecer por mucho tiempo en el Zacas era una misión de la cual no todos salían bien librados. La combinación de alcohol y marihuana es uno de los diferentes factores que causan la "pálida", es decir, palideces al punto de casi desmayar, sientes nauseas, sudor frío, se acelera el ritmo cardiaco, todo esto a causa de una disminución de glucosa en la sangre. En ese sentido, hubo varias personas que tuvieron que salir del lugar, víctimas de la "pálida", esa era una escena común también del Zacas, ver a los que intentaban recuperarse, sentados sobre la banqueta, mientras los amigos le daban agua y lo incitaban a reanimarse, algunos sabiamente sugerían comprar una coca para que se recupere de azúcar.

Si habría que hacer un recuento, sólo en Tijuana un lugar como éste podía tener vida; es como si su presencia fuera obligada en una zona que es famosa mundialmente por sus shows de strippers, drogas, diversidad sexual, todo un combo nocturno, en donde el Zacas encajaba a la perfección, dando la bienvenida a la zona, desde la calle Primera.

Era curioso observar la sorpresa de los que llegaban de otras ciudades y se asombraban de la posibilidad de poder estar fumando de manera libre; eso sí, hubo varias veces que hubo redadas y se llevaron a personas detenidas, al final del día, parte del riesgo.

Mientras, a sabiendas que el Zacas dejará su lugar, que ya no habrá escaleras que descender, no queda más que ir a visitarlo antes de que cierre, sentir su esencia, misticismo y esa sensación de bar tijuanense que ni en Hollywood pudieron haber imaginado tan bien.