Casi todo luce similar a cualquier otro "mercado de pulgas" de la ciudad, tal vez con un poco más de puestos de pozole, menudo, garnachas, comida china y hasta botana cocinada por haitianos

El día estaba nublado, fresco, en pleno verano, algo muy común en Tijuana, en donde por las mañanas puede amanecer con bajas temperaturas como si fuera invierno, a mediodía pasar por calor, para después llover un poco; ésa es la ciudad y su clima, cambiante, peculiar, algo que de alguna u otra manera se transmite a la gente que la habita, la cual también es una mezcla de distintas realidades, algunas muy distantes unas de otras.





Pensar en esta diversidad me llevó a un lugar común para los que vivimos aquí, o por lo menos para los que somos de clase baja: el mercado sobrerruedas, el de la Zona Norte, un área famosa por su vida nocturna, compra y venta de drogas, prostitución, personas en situación de calle y con todo ello, un folclor que no se presenta en otra parte de Tijuana.

Casi todo luce similar a cualquier otro mercado de pulgas de la ciudad, tal vez con un poco más de puestos de pozole, menudo, garnachas, comida china y hasta botana cocinada por haitianos, pero en general es una estampa muy común a la idea de un sobreruedas, con comerciantes que ofertan artículos de segunda mano, los que venden ropa nueva; la gran mayoría copia de marcas originales; los que se especializan en juguetes, comida del vecino país que viene golpeada o está a punto de caducar, el vendedor de películas clonadas, entre otros.





Lo anterior es tan sólo una cara de dicho espacio, ya que el sobreruedas de la zona norte tiene otras que la diferencian de los demás. Acá cuando se camina se puede ir observando, conviviendo con personas afectadas seriamente por la droga, hombres y mujeres que han dejado de lado todo por seguir consumiendo y que si bien no significan un peligro, aderezan el lugar con su presencia e irreverencias.

Es común ver policías y en ocasiones hasta soldados caminando por los puestos, revisando, echando ojo, al final del día es la "zonaja" como se le dice en Tijuana, ahí se puede encontrar de todo lo relacionado con drogas, prostitución y otras cuestiones ilícitas que atrae a personas con distintos intereses, propósitos.

Y es que aquí, como cuando se pasa por la calle Coahuila, también te chiflan o te hablan cuando vas caminando cerca de los callejones, pero no para ofrecer un servicio sexual o algo así, sino para ofertar marihuana; se escucha a través de voces de hombres jóvenes frases como "acá esta la kush", "¿cuántas latas (dosis)?", "aquí traemos de la buena", sí, en medio de los puestos y el vaivén de señoras, niños y adultos mayores hay la posibilidad de a la vez de comprar el mandado llevarse una "lata" para hacer unos "toques" de marihuana.





La Policía hace su esfuerzo por mantener esta cuestión bajo raya, sin embargo, entre la multitud de personas es imposible detectar quiénes fueron a comprar marihuana o incluso otras drogas. Los narcomenudistas por su parte, al vivir en el lugar tienen quienes le avisen si se acerca algún operativo, lo que les da tiempo de resguardarse, "clavar las broncas" para luego salir de nuevo a vender.

A pesar de esto, se puede decir que el lugar no es inseguro, nadie se mete contigo, la venta de estupefacientes y drogas sintéticas va dirigida sólo al público interesado, la demás gente, la que va en busca de un pantalón, calcetines, a comer o ver que se encuentra, le pasa desapercibida lo platicado, ya que esto sólo sucede en algunos puntos determinados.





Tal vez este sobrerruedas no podría ser de otra manera, la realidad que vive la Zona Norte no se puede alejar con la llegada de los comerciantes el fin de semana, por el contrario, demuestra el porque es un espacio de Tijuana con una personalidad única, la cual parece estar destinada a continuar por el pasar de los años; al menos que la gentrificación la purifique.



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