“Este es el caso con todas las nuevas grandes revoluciones tecnológicas”, dijo el consejero delegado de la empresa creadora de ChatGPT, durante un debate en el Foro Económico Mundial de Davos

DAVOS, SUIZA.- El cofundador de OpenAI, Sam Altman, comprende la ansiedad que ha producido en la sociedad la rápida expansión de la inteligencia artificial (IA) porque se trata de “una tecnología muy poderosa”, y reconoce que “no sabemos, no podemos decir con certeza exactamente lo que va a pasar”.

“Este es el caso con todas las nuevas grandes revoluciones tecnológicas”, dijo el consejero delegado de la empresa creadora de ChatGPT, durante un debate en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) dedicado al rol de la tecnología en medio de las turbulencias que afectan al mundo.

“Me gusta que la gente esté nerviosa. Creo que no tener precaución, no sentir la gravedad de lo que está en juego, sería muy malo. Por eso me gusta que la gente esté nerviosa. Nosotros también lo estamos, pero creemos que podemos superarlo”, comentó.

En el debate, en el que participaron ejecutivos de distintos sectores, uno de los principales asuntos fue el problema de desconfianza que genera la inteligencia artificial, en particular por su impacto en prácticamente todas las áreas de la vida, y la ausencia de principios que guíen su utilización.

Sin embargo, Altman defendió que su empresa -que tuvo un papel fundamental en el acceso de la gente ordinaria a usos básicos de la inteligencia artificial- hace progresos con cada versión de GPT que lanza, y que los GPT3 y GPT4 mostraron enormes progresos que muestran “lo bien que (esta tecnología) puede alinearse con un conjunto de valores”.

Si bien para él la tecnología que ello requiere no es la parte difícil, reconoció que la gran pregunta que todavía no tiene respuesta es quién decide cuáles son esos valores, cuáles son los valores por defecto, cuáles son los límites” y como eso va a diferir de un país a otro.

Consideró que la única manera de tomar un camino positivo es “poner la tecnología en manos de la gente, dejar que la sociedad y la tecnología evolucionen de la mano, paso a paso, con una retroalimentación muy ajustada”.

Altman, visto como la gran figura actual de la revolución tecnológica y que es una de las estrellas que acuden al Foro de Davos, también fue optimista al comentar que “incluso con su capacidad actual muy limitada y sus defectos muy profundos, la gente está encontrando maneras de utilizarla”.

Consideró justamente que esta penetración social es lo que está desmitificando la inteligencia artificial: “Esa es siempre la mejor forma de hacer avanzar al mundo con una nueva tecnología”.

Reconociendo todos los interrogantes en torno a la evolución de la inteligencia artificial, quiso también transmitir serenidad y tranquilidad, y recordó que hace más de un cuarto de década una computadora le ganó una partida al campeón de ajedrez Gary Kásparov, lo que llevó a un sentimiento general de que los días de este juego estaban contados.

“Todos los comentaristas decían que era el fin del ajedrez porque un ordenador podía vencer a los humanos allí, y que entonces nadie iba a molestarse en ver el ajedrez de nuevo. El ajedrez, creo, nunca ha sido más popular que ahora”, concluyó.