Es necesario que en el entorno social de los niños, esté consciente de las repercusiones que los actos de violencia tienen sobre su desarrollo, comenta docente de CETYS Universidad.

En México, las niñas, niños y adolescentes conforman un tercio de la población total del país, en donde 6 de cada 10 niños han sufrido de algún método de disciplina violenta entre su primer año de edad hasta los 14 años, de acuerdo a cifras de Unicef.

La situación de violencia para los infantes, sea física, psicológica, por negligencia, sexual e inclusive prenatal, puede devenir en cuadros de ansiedad y depresión a corto plazo, y en un periodo de tiempo mayor, hacer que los niños se vuelvan personas agresivas, comentó la Mtra. Daniela Díaz Flores, docente de la carrera de Psicología Infantil de CETYS Campus Mexicali.

En su experiencia clínica, encuentra que el inicio de la violencia en casa se manifiesta a partir de discusiones entre los mismos padres, inclusive que se realizan frente a los hijos y de los cuales existe una negligencia por parte de los tutores en cómo es que el infante entiende estas interacciones.

“Cuando existen discusiones en casa, hay que prestar suficiente atención a cómo es que los niños están recibiendo estas acciones por parte de los padres, ellos son capaces de leer el lenguaje no verbal perfectamente, y si ven cómo en las discusiones a alguno de los padres se les violenta, la afectación es mucha para los pequeños”.

Asimismo, destaca que, en consulta, el atender a un infante por problemas de conducta, debe considerar siempre las relaciones de su entorno inmediato.

“La violencia es un ciclo, algo que los niños viven en conjunto con sus padres o tutores, problemas que integralmente no se han podido resolver. Los niños al ver esto, creen que es la manera correcta de actuar o de solucionar sus propios problemas. Es por eso que, en terapia, es necesario integrar a la familia en este proceso de solución”.





De acuerdo con el informe “Los derechos de la infancia y la adolescencia en México” de la Unicef, la etapa más determinante en la vida de todos los niños y niñas es la de sus primeros 5 años, ya que en ella se sientan las bases de su desarrollo físico, motor y socioemocional, es por eso que se debe prestar especial atención a la crianza y cómo es que el menor percibe su entorno en esta etapa.

Con respecto a espacios en que los menores actúan, como lo son las escuelas y guarderías, se necesita la sensibilización por parte de los docentes:

“Es necesario que los maestros conozcan los síntomas que presente un niño, ya que los maestros sin duda conviven un gran tiempo con ellos, y lo van conociendo a través de sus diferentes conductas. Cuando hay un cambio repentino, bajas calificaciones, distraído, con moretones y rasguños, o incluso que no pueden controlar los esfínteres, son focos rojos que los maestros tendrán que reportar a la escuela, ellos deberán de hacerlo saber a la familia o dependiendo de la gravedad, con instituciones públicas como el DIF o policía”.

Finalmente, la docente nos recuerda que el no prevenir la violencia hacia los niños y respetarlos por su condición como seres humanos, su impacto psicosocial, autoestima, autopercepción y relación hacia otros infantes, afecta a la conformación de su identidad como adultos, los reduce a una dimensión de agresividad y esto les impedirá crear lazos de confianza en un entramado social mayor.