En México, cuatro millones 158 mil niños padecen obesidad y sobrepeso, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición.
El tiempo de exposición a las pantallas ya sea de televisión, tabletas o celulares tiene diversas repercusiones en el desarrollo y la salud de los niños mexicanos, manifestó el doctor Juan Ricardo López y Taylor, de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
Las condiciones de seguridad y ambientales hacen que los niños mexicanos jueguen menos y pasen más tiempo frente a las pantallas. Esta exposición supera las dos horas al día en tiempo de clases y llega a ser de hasta 15 horas o más en vacaciones.
Las cifras sobre el tiempo que pasan los niños frente a las pantallas fueron obtenidas por la Universidad de Guadalajara (UdeG), en colaboración con otros organismos, y las publicó en la Boleta de Calificaciones Mexicana 2018, la cual evalúa la actividad física en los niños y jóvenes mexicanos.
En entrevista para Notimex, Juan Ricardo López y Taylor señaló que a veces esas repercusiones no suelen verse pero aparecen en la adolescencia y en la edad adulta, en muchas ocasiones cuando ya es tarde para evitar ciertas enfermedades como sobrepeso, obesidad o diabetes.
En México, cuatro millones 158 mil niños padecen obesidad y sobrepeso, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición.
“El tiempo que los niños pasan frente a las pantallas tiene tres tipos de repercusiones, una que no se observa pero que incrementa y disminuye el gasto energético y facilita el incremento de la obesidad, el otro se ve en la condición física del niño y en el bienestar social, que se ve afectado por la falta de convivencia”, explicó.
La exposición de los niños a las pantallas genera hábitos que seguirán en la adolescencia y en la edad adulta, y al promover el sedentarismo en los niños se crean adolescentes y adultos acostumbrados a la inmovilidad, lo que puede acarrear serios problemas de salud.
“Por sí solo el sedentarismo puede predisponer a esa situación de la diabetes, aunque estamos hablando de edades muy tempranas, pero eso va a repercutir más tarde porque la gente va a seguir, el niño va a seguir expuesto a la inactividad al ser adolescente, y así seguirá siendo inactivo el resto de su vida prácticamente”, expresó.
Por lo que respecta a la falta de condición física, es importante recalcar que la ausencia de una buena salud física conduce a problemas cognitivos como la falta de atención y la ausencia de coordinación motriz, la cual se requiere cuando se pretende adquirir conocimientos como los asociados con la lecto-escritura.
De acuerdo con López y Taylor, la falta de condición física se debe en buena medida a una idea errónea sobre lo que es un niño sano, ya que un niño saludable no es el que está quieto sin hacer nada sino el que tiene fortaleza y capacidad para hacer y pensar más.
“El niño debe tener buena condición física, porque eso es estar sano, es estar más activo, es poder pensar más, es poder tener más fuerza, más fortalecimiento, favorecer las cuestiones de cognición en la escuela, o sea de aprendizaje, eso es algo que se ve y que desafortunadamente no se aprecia”, señaló.
Otro factor que se debe tener en cuenta como consecuencia de la sobreexposición a las pantallas se encuentra en el desarrollo social de los niños, expuso.
Y esto se debe a que el tiempo que se vive frente a una pantalla es tiempo de aislamiento aún cuando se realicen interacciones en las redes sociales, ya que la experiencia de la convivencia en la vida real difiere de la experiencia que se tiene en esos espacios.
“Las redes sociales están suscribiendo al niño a un círculo de amistad muy cerrado y que se está viendo que en realidad forma una barrera alrededor de él, alrededor del individuo en el cual está perdiendo su relación externa, su relación con el mundo como es, desconoce que vive en un mundo y desconoce qué es lo que sucede alrededor de ese mundo”, dijo.
De acuerdo con los reportes de la Boleta de Calificaciones en México, existen niños que suelen estar frente a alguna pantalla entre siete y ocho horas diarias, y algunos están hasta 15 horas al día, lo que disminuye el tiempo dedicado a actividades físicas y en algunos casos afecta el tiempo de sueño, lo que desata otros riesgos para la salud.