Una investigación internacional demostró que los ríos que desembocan en el Golfo de México aportan la mayor parte de los microplásticos que amenazan la biodiversidad marina y, en consecuencia, la seguridad alimentaria de la región
El Golfo de México enfrenta un serio desafío ambiental: los microplásticos que se acumulan en sus aguas provienen en gran medida de los ríos que desembocan en la región, y no de las plantas de tratamiento de aguas residuales, como se creía hasta ahora. Así lo reveló un estudio publicado en la revista npj Emerging Contaminants, que modeló el desplazamiento y concentración de estos contaminantes durante un periodo de tres años.
La investigación, liderada por un equipo interdisciplinario de científicos, muestra cómo los ríos arrastran fibras, fragmentos y partículas de plástico que terminan afectando a tortugas, peces, aves marinas e incluso mamíferos como los delfines. Los expertos advierten que la contaminación no solo amenaza a la fauna silvestre, sino que también representa un riesgo para la cadena alimentaria humana, ya que especies de consumo común presentan ya rastros de microplásticos en sus organismos.
“Los resultados nos obligan a repensar las estrategias de mitigación: no basta con regular aguas residuales, hay que atacar el problema desde la gestión de residuos sólidos y la reducción de plásticos en origen”, explicaron los investigadores.
El estudio plantea que, de no implementar medidas de control y saneamiento en cuencas fluviales, la acumulación de microplásticos en el Golfo de México podría intensificarse en las próximas décadas, afectando la biodiversidad y la economía pesquera de la región.