Los gigantes tecnológicos afirman que, gracias a avances en corrección de errores y optimización de qubits, un ordenador cuántico funcional podría ser realidad antes de que acabe la década. Su impacto podría transformar desde la medicina y la inteligencia artificial hasta la seguridad digital y la logística global
La carrera hacia la supremacía cuántica ha entrado en una fase decisiva. Google e IBM han anunciado que el desarrollo de un ordenador cuántico práctico y estable está más cerca que nunca, gracias a innovaciones recientes en la optimización de qubits y en técnicas de corrección de errores, uno de los principales obstáculos que han limitado el uso real de esta tecnología.
La computación cuántica, a diferencia de la tradicional, no se limita a procesar información en bits binarios de 0 y 1, sino que utiliza qubits capaces de representar múltiples estados a la vez, lo que multiplica exponencialmente la capacidad de cálculo. Esto abre la puerta a resolver problemas que hoy en día requerirían siglos de procesamiento en supercomputadoras clásicas.
Su impacto en la vida cotidiana podría ser profundo. En medicina, permitiría el diseño acelerado de fármacos mediante simulaciones moleculares precisas, reduciendo el tiempo de investigación de años a semanas. En inteligencia artificial, mejoraría la velocidad y precisión de modelos predictivos que van desde diagnósticos médicos hasta predicciones meteorológicas complejas. En logística, optimizaría rutas de transporte y distribución a escala global, reduciendo costos y emisiones.
No obstante, también plantea desafíos. La criptografía actual podría quedar obsoleta ante la capacidad cuántica de romper sistemas de cifrado, lo que impulsa una carrera paralela por desarrollar protocolos de ciberseguridad poscuántica.
Expertos estiman que un ordenador cuántico estable y escalable podría estar operativo para uso industrial antes de 2030. De confirmarse, marcaría un hito comparable a la invención de Internet, transformando la manera en que producimos, investigamos y nos comunicamos.