Un fenómeno geofísico sorprendente reducirá la duración del día en casi dos milisegundos. Científicos monitorean los efectos del aceleramiento rotacional y sus posibles impactos en tecnología, comunicaciones y navegación satelital

Houston, 4 de agosto de 2025.La Tierra podría experimentar este 5 de agosto uno de los días más cortos desde que se tiene registro. Según el Observatorio de Rotación Terrestre del Servicio Internacional de Sistemas de Referencia y Rotación (IERS), el planeta completará su rotación en 86,399.99849 segundos, es decir, 1.51 milisegundos menos que las habituales 24 horas.

Aunque imperceptible para el ser humano, esta mínima variación ha encendido las alertas en sectores tecnológicos, especialmente en sistemas que dependen de la sincronización precisa del Tiempo Universal Coordinado (UTC), como redes de telecomunicaciones, bolsas de valores y sistemas de navegación GPS.

Expertos del Laboratorio Nacional de Física del Reino Unido explican que estas alteraciones se deben a factores combinados como el derretimiento de glaciares, movimientos sísmicos, redistribución de masas en la corteza terrestre y cambios en los vientos de gran altitud. “El planeta no gira a una velocidad constante. La aceleración rotacional que estamos viendo puede tener implicaciones técnicas relevantes si se acumulan desviaciones con el tiempo”, advirtió la doctora Hannah Ellwood, geofísica de precisión.

Este fenómeno ha reavivado el debate sobre la necesidad de implementar un segundo negativo —lo opuesto al segundo intercalar que se añade para ajustar el tiempo atómico—, algo que nunca ha sido realizado. Instituciones como Meta, Google y Amazon ya han manifestado su preocupación por los riesgos de un segundo negativo para sus sistemas.

La duración del día terrestre es monitoreada con relojes atómicos de ultra precisión que detectan cambios a nivel nanosegundo. Según datos históricos, el récord anterior se produjo el 19 de julio de 2020, cuando el día duró 1.46 milisegundos menos que lo habitual.

Mientras tanto, los científicos seguirán monitoreando las fluctuaciones rotacionales para anticipar posibles ajustes al sistema horario global. Aunque estos cambios no afecten la vida cotidiana directamente, son una ventana fascinante a la dinámica viva de nuestro planeta.