Valle de Guadalupe, Libramiento Ensenada y el Ejido Piedras Gordas fueron los tres sitios seleccionados por el equipo de investigación para hacer el estudio, definidos en primera instancia a partir de los registros de ocurrencia de incendios de la Conafor y la Conabio
ENSENADA.- Una investigación desarrollada por especialistas y una estudiante de doctorado del Departamento de Biología de la Conservación del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California (CICESE) documentó cómo inciden los incendios en las comunidades de abejas que habitan en Ensenada.
Valle de Guadalupe, Libramiento Ensenada y el Ejido Piedras Gordas fueron los tres sitios seleccionados por el equipo de investigación para hacer el estudio, definidos en primera instancia a partir de los registros de ocurrencia de incendios de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) y la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
En entrevista, Alejandra Castañeda González, recientemente egresada del doctorado en Ciencias de la Vida del CICESE, relató que después de revisar la información de estas dependencias gubernamentales, visitaron los sitios para verificar que fueran accesibles y seguros, que no tuvieran actividad agrícola o desarrollos urbanos y —especialmente— que tuvieran vegetación nativa.
Clasificaron los incendios según su antigüedad: de uno a cinco años como recientes, de 15 a 25 años como intermedios y de más de 30 años como maduros.
Con la colaboración de Mario Salazar Ceseña, técnico del Departamento de Biología de la Conservación, registraron y categorizaron las distintas especies de plantas.
“Nos enfocamos en caracterizar la vegetación, identificar las plantas a nivel de especie, categorizarlas en qué forma de crecimiento tienen, si eran arbustos o hierbas, plantas perennes, etcétera”, narró Alejandra.
Para colectar ejemplares de abejas utilizaron dos técnicas. Una fue usando una red entomológica con la que las atrapaban, después las colocaban en un frasco y registraban en qué planta fue colectada.
La otra técnica fue con trampas elaboradas con recipientes de plástico de medio litro que Alejandra pintó de amarillo, azul y blanco, los cuales contenían propilenglicol, un compuesto líquido que no tiene color ni olor y conserva a los especímenes evitando que se descompongan rápidamente.
Las colectas se hicieron en la primavera, entre abril y mayo de 2021 y en el mismo periodo de 2022, porque es la temporada en que en esta región ocurre la floración, las abejas emergen de sus nidos y hay una mayor abundancia y riqueza de especies.
Al finalizar los muestreos, el equipo había colectado cuatro mil 383 abejas, de las cuales 105 especies correspondían a las abejas atrapadas con trampas y 38 con la red entomológica, que a su vez pertenecían a seis familias: Andrenidae, Apidae, Colletidae, Halictidae, Megachilidae y Melittidae.
Después de la colecta e identificación, el equipo organizó y analizó la información para determinar la influencia de los incendios en la abundancia y diversidad de la vegetación y de las comunidades de abejas, tomando en cuenta la antigüedad de cada incendio.
Así concluyeron que “las parcelas recientemente quemadas albergan más abejas que las siguientes etapas, especialmente durante los primeros tres años después del incendio”, como indican en el artículo “El fuego favorece a la comunidad de abejas nativas en un ecosistema semiárido”, publicado en la revista Ecological Entomology.
Añaden en la publicación que “el aumento en el número de abejas sugiere la recolonización de las zonas, ya sea por recolectoras, sobrevivientes o nuevos inmigrantes que podrían explotar los recursos”.
Alejandra enfatizó en que los incendios no se deben observar como un evento local, sino como eventos que ocurren a nivel de paisaje, lo que produce “parches” de quemazones, con distintas antigüedades, que son pequeños, aislados y con una composición de plantas distintas.
“Justamente esto que lo podemos ver como un mosaico de parches que varían en edades, es lo que permite que haya una mayor diversidad de especies, contrario a los incendios intensos que están ocurriendo en California, que son incendios masivos”, comparó.
Por eso concluye que la presencia de abejas, que además no necesariamente implica diversidad de especies, no solo se atribuye a la ocurrencia de un incendio sino también a factores como la disponibilidad de plantas y de sitios para resguardo y anidación.
Ante la expectativa de que la intensidad, el tamaño y la frecuencia de los incendios forestales aumenten como consecuencia del calentamiento global, el grupo de investigación anticipa que esto alterará la dinámica de la comunidad de abejas.
“Sugerimos que tales alteraciones del régimen de incendios podrían afectar negativamente a las comunidades de abejas al reducir la heterogeneidad del paisaje y disminuir los recursos de hábitat adecuados para las abejas”, advierten.