Esta es la primera vez que la mayor parte del país experimenta y registra los impactos compuestos de varias olas de calor y sequías extremas en el siglo XXI. “Esto es sólo una muestra de lo que puede ocurrir con más frecuencia debido al cambio climático”

ENSENADA.- A pesar de que las olas de calor incrementan constantemente en México desde 1993, las tres que se presentaron durante la Primavera de 2024, y que impactaron al 75 por ciento del territorio mexicano, no tienen precedentes; tampoco se espera que cambie esta constante en los próximos años.

Así lo documentó la doctora María Tereza Cavazos Pérez, investigadora del Departamento de Oceanografía Física del CICESE, en el artículo “Spring 2024: unprecedented atmospheric heatwaves in Mexico”, publicado en la revista científica Frontiers.

Durante un seminario académico organizado por el Departamento de Oceanografía Física, la investigadora compartió el contenido de dicho análisis a través de los datos registrados durante las olas de calor; entre ellos los cambios de intensidad de la corriente de chorro subtropical, las altas presiones subtropicales y el calentamiento del Golfo de México y el Norte del Atlántico. Además, las sequías previas y el calentamiento global se conjuntaron con la variabilidad natural del clima para generar estas olas de calor extremas.

Las olas de calor son un período sostenido de temperatura extremadamente alta para una región determinada.

En la Primavera de 2024, específicamente del 13 de abril a principios de junio, en el centro del país se registraron temperaturas de hasta 45 grados centígrados. En la Ciudad de México, por ejemplo, en varias ocasiones se registraron temperaturas récord que alcanzaron los 33.8 grados centígrados, de acuerdo con los datos del Servicio Meteorológico Nacional presentados por la Dra. Cavazos.

Se estimaba que estos eventos extremos ocurrieran hasta finales de 2030 por el incremento de 1.5 grados centígrados en la temperatura global, según los reportes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, en inglés). Sin embargo, ese umbral de incremento a nivel global se adelantó; el año pasado se registró su incremento a 1.48 grados centígrados.

Asimismo la investigadora compartió que el 75 por ciento del territorio mexicano se vio afectado por las olas de calor, siendo Monterrey, Tamaulipas, Campeche y Veracruz los estados donde se vivieron las olas más intensas.

Esta es la primera vez que la mayor parte del país experimenta y registra los impactos compuestos de varias olas de calor y sequías extremas en el siglo XXI. “Esto es sólo una muestra de lo que puede ocurrir con más frecuencia debido al cambio climático”, mencionó durante el seminario.

A su vez, la doctora comentó que se espera que el costo de las olas de calor en la salud humana aumente a medida que el calentamiento global continúe. Es decir, que las olas de calor han afectado el bienestar de la población, los ecosistemas y han creado una cadena de efectos que abarca desde muertes humanas y animales hasta problemas de disponibilidad de agua, cortes de energía eléctrica y problemas de salud.

Agregó que las autoridades tienen la capacidad de advertir a la población sobre cuándo se avecina una ola de calor y mejorar la infraestructura para evitar cortes de energía; así como garantizar el acceso al agua para todas las personas y áreas verdes que ofrezcan protección y descanso.

Condiciones opuestas en los mares mexicanos

Por otra parte, Cavazos expresó que el agua fría de la corriente de California jugó un papel muy importante durante la temporada de las olas de calor de 2024 debido a que influyó para que las temperaturas de la costa Oeste de Baja California no fueran tan extremas como lo fueron en el resto del país.

La investigadora cerró el seminario compartiendo que a finales de la primavera se produjo la primera tormenta tropical de la temporada, Alberto.

Esta se formó en las aguas anormalmente cálidas del Golfo de México y produjo una precipitación acumulada de 646.5 milímetros en el este de México para el 19 y el 20 de junio; suficientes para llenar varias presas de la región.

Los funcionarios gubernamentales de varios estados coincidieron al declarar que esta tormenta salvó el Verano de las sequías intensas en México, sin embargo, ocasionó el otro extremo del evento: inundaciones y destrozos. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) la precipitación anual promedio del este de México es de 251 milímetros, aunque en algunas áreas llega hasta los 500 milímetros.