La actriz española Marisa Paredes, brilló en películas de Pedro Almodóvar como la oscarizada “Todo sobre mi madre” de 1999, pero sus más de seis décadas de cine y televisión empezaron cuando con 14 años participó en “091: Policía al habla” en 1960
ESPAÑA.- La actriz española Marisa Paredes, fallecida este martes a los 78 años, brilló en películas de Pedro Almodóvar como la oscarizada “Todo sobre mi madre” de 1999, pero sus más de seis décadas de cine y televisión empezaron cuando con 14 años participó en “091: Policía al habla” en 1960, del español José María Forqué e incluyen cintas internacionales como “La vida es bella” del italiano Roberto Begnini que protagonizó en 1997.
Más de setenta películas, ochenta ficciones televisivas y quince obras de teatro dan idea de la trayectoria de esta “chica Almodóvar” que pronunció frases que han pasado a la historia del cine español: “¿Existe alguna posibilidad, por pequeña que sea…de salvar lo nuestro?” (“La flor de mi secreto”, 1995).
El director español le dio también papeles míticos en “Tacones Lejanos” (1991), y apareció en “La piel que habito” (2011), mientras que le puso el hábito de “Sor Estiércol” en “Entre tinieblas” (1983).
Las primeras actuaciones de Marisa Paredes se produjeron en los años sesenta, en películas como “Canción de cuna” de José María Elorrieta, en la que actuó también siendo adolescente, o la muy notable “El mundo sigue” de Fernando Fernán Gómez. A finales de esa década, en 1967, apareció en un episodio de los cuentos de terror de “Historias para no dormir” de Narciso Ibáñez Serrador en la televisión pública española.
Ya en los setenta se prodigó mucho por la pequeña pantalla en las series teatrales que tanto se popularizaron en blanco y negro en España.
En los años ochenta siguió compaginando la televisión (como en el programa teatral “Estudio 1”) y el cine (“Ópera prima” de Fernando Trueba; “Las bicicletas son para el verano” de Jaime Chávarri, o la ya citada “Entre tinieblas”).
A partir de los noventa compaginó sus colaboraciones con Almodóvar con la televisión y otros directores que ya conocía como Chávarri, del que protagonizó “Tierno verano de lujurias y azoteas” en 1993 junto a Gabino Diego e Imanol Arias.
Además, en esa década rodó las cintas extranjeras como “Tombés du ciel” (1993, Philippe Loiret), “La nave de los locos” (1995, Ricardo Wulicher) o “Trois vies et une seule mort” (1996, Raoul Ruiz), con Marcello Mastroiani.
Es de esa década su participación en la italiana “La vida es bella” de Benigni, en la que interpreta a la madre de Dora, la mujer protagonista de esta película ganadora de tres Óscar.
Posteriormente participó en títulos como “El espinazo del diablo” del mexicano Guillermo del Toro, “Crepúsculo rojo” del argentino Edgardo Cozarinsky), la ópera prima del español Pablo Malo, “Frío sol de invierno” o “Espelho mágico” del portugués Manoel de Oliveira.
Durante la segunda década de los años 2000 trabajó en “El dios de madera” (2010, Vicente Molina Foix), por la que se llevó el premio a mejor actriz del Festival de Málaga; “Gigolá” (2010), una arriesgada película de toque lésbico que dirigió la francesa Laure Charpentier a partir de su propia novela; “La piel que habito” (2011, de nuevo con Pedro Almodóvar), “Traumland” (2013, Petra Biondina Volpe) y “Petra” (2018, Jaime Rosales).