La misión no tripulada de la nave Starliner, diseñada para llevar astronautas a la Estación Espacial Internacional, concluyó con un aterrizaje exitoso. Sin embargo, fallas técnicas en los propulsores y el sistema de helio ponen en duda su preparación para futuros vuelos tripulados

La nave espacial Starliner de Boeing regresó con éxito a la Tierra tras completar su misión no tripulada a la Estación Espacial Internacional (ISS). Este vuelo, que fue parte de las pruebas de certificación para su uso en misiones tripuladas, culminó con un aterrizaje controlado en el desierto de Nuevo México. Sin embargo, durante el transcurso de la misión, se detectaron algunos problemas técnicos que han despertado preocupación entre los expertos de la NASA y Boeing.

Uno de los fallos más relevantes ocurrió en los propulsores, lo que provocó ajustes en la trayectoria de la nave. Además, se reportó una pérdida inesperada de helio en el módulo de servicio, lo que ha llevado a los ingenieros a analizar en profundidad el diseño y los sistemas críticos del Starliner.

A pesar de los inconvenientes, las autoridades de la NASA elogiaron el aterrizaje y destacaron la importancia de estas pruebas para asegurar que la nave pueda llevar astronautas de forma segura en futuras misiones. Boeing se encuentra revisando los datos de la misión para corregir los errores antes del próximo vuelo tripulado, programado para 2025.

“Cada misión nos proporciona valiosa información para perfeccionar nuestras tecnologías. Nuestro objetivo sigue siendo garantizar la máxima seguridad para las tripulaciones”, declaró un portavoz de Boeing.

El Starliner forma parte de los esfuerzos de la NASA para diversificar las opciones de transporte hacia la ISS, junto con la cápsula Crew Dragon de SpaceX, que ya ha realizado varios vuelos tripulados con éxito.