Miguel Ángel Félix Gallardo, mejor conocido como “El Jefe de Jefes” y uno de los fundadores del Cártel de Guadalajara, obtuvo la prisión domiciliaria la mañana de este lunes tras presentar problemas de salud

CIUDAD DE MÉXICO.- Miguel Ángel Félix Gallardo, mejor conocido como “El Jefe de Jefes” y uno de los fundadores del Cártel de Guadalajara, obtuvo la prisión domiciliaria la mañana de este lunes tras presentar problemas de salud al interior del penal de Puente Grande, en Jalisco.

La batalla legal de su defensa por fin rindió frutos, después de que el capo de la droga reveló en una entrevista que su salud se encontraba deteriorada y estaba a punto de perder la vista.

“Mi salud es pésima. Mi familia está haciendo un hoyo para yo ser enterrado en un árbol. No tengo pronóstico de vida ninguno puesto que perdí todo, perdí la sensibilidad, los oídos, los ojos”,

Sus abogados interpusieron diferentes recursos legales a lo largo del último año para que Félix Gallardo enfrentara la prisión desde su casa, aunque en varias ocasiones les fueron denegados.

Primero, en el mes de diciembre, un juez del juzgado noveno del Distrito de Procesos Penales Federales de la Ciudad de México rechazó la solicitud. Después, pese a los reportes de su delicada situación médica, en el mes de febrero le fue negada la prisión domiciliaria debido a que el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Penal dio un fallo negativo al otro amparo.

Hace un par de meses, Miguel Ángel Félix Gallardo tuvo que abandonar de manera temporal la prisión, después de reportar la pérdida de la vista en uno de sus ojos, así como la audición, por lo que fue atendido para recibir un tratamiento.

“Perdió la vista en un ojo, además de la audición en un oído, y se está cuidando su salud; el señor Félix salió a unos exámenes unos estudios para ver si se le puede salvar un ojo y un oído”, indicó el director general de Prevención y Reinserción Social en Jalisco, Juan Antonio Pérez Juárez.

“El Jefe de Jefes” fue sentenciado a 37 años de prisión por su responsabilidad en el asesinato del agente de la DEA, Enrique “Kiki” Camarena, así como los delitos de tráfico de drogas, por lo que fue recluido en 1989.