Josh busca debutar en el estadio en el que hace cuarenta años jugó su padre
TIJUANA.- Se dice que la “sangre llama”. En el caso de Josh Corrales, el nuevo relevista de Toros de Tijuana, pareciera algo más que una casualidad que su andar por el beisbol lo traiga ahora a un sitio muy especial que hace que se llene de paz y tranquilidad.
Hace muchos años, cuando apenas iniciaba la década de los ochentas, su padre estuvo parado en el mismo sitio en que hoy él se encuentra.
Y ese lugar es el afamado estadio Chevron, conocido también como el parque del Cerro Colorado, la “catedral” del beisbol de Tijuana.
Inaugurado en 1977, el coso de la colonia Capistrano ha sido hogar de varios equipos de beisbol, iniciando con los legendarios Potros de Tijuana en la Liga Mexicana del Pacífico (LMP) hasta los Toros de Tijuana en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB).
Entre esos años hubo muchas historias alternas que escribieron varios equipos jugando en circuitos como la Liga Norte de México, Golden League y Liga Norte de Sonora.
Uno de esos conjuntos fue Ponys de Tijuana y precisamente con ese grupo alineó Robert Corrales, quien se encargó de la tercera base portando el número once en su uniforme.
Su andar en esta ciudad pudo haberse dado entre 1980 y 1982 que fue el ciclo de vida que tuvo esta franquicia que funcionó como “sucursal” de Potros de Tijuana en la Liga Norte de Sonora con Refugio “Cucón” Bernal como manejador.
“Estoy muy contento de estar aquí porque mi papá jugó en este estadio y ahora que yo pueda tener la oportunidad de jugar para Tijuana y utilizar su mismo número significa mucho para mí y por eso me emociona ser parte de esta organización”, comentó Josh Corrales en entrevista al término de la práctica de Toros de Tijuana en el estadio Chevron.
Joshua Corrales jugó con Tigres de Quintana Roo en la temporada 2019 con encargos de relevista y el número “55” en su espalda, pero los “astros se alinearon” y pudo pasar a préstamo a Tijuana donde rápido solicitó el cambio de dígitos en su franela para poder usar el “11”, tal y como alguna vez lo hizo su papá.
“Yo todavía no nacía cuando él jugaba aquí”, agregó. “Él jugó para los Ponys de Tijuana en este mismo parque y me da mucha emoción porque el beisbol siempre ha sido una parte muy importante de mi vida y él fue quien me introdujo a este deporte y estoy muy contento por esta oportunidad de estar en un lugar en el que él estuvo hace mucho tiempo”.
Robert, padre de Joshua, falleció en 2009 a los 52 años.
Su carrera en el beisbol está inmortalizada en el Salón de la Fama de su preparatoria el “College of the Canyons”, donde fue el primer alumno beisbolista de esa preparatoria en ser elegido al equipo ideal de todo el Estado de California en 1974, al batear para .348 con seis cuadrangulares, el mismo número de dobletes y 35 carreras remolcadas como el titular de las paradas cortas.
Su desempeño llamo la atención de la Universidad de Pepperdine –la misma en la que estudió Barry Enright– y recibió una beca para participar con ellos en 1975.
“Yo saqué su brazo. No pude heredar su bateo, pero si su brazo”, comentó el tercero de cuatro hijos de Robert Corrales, quien por 25 años fue parte del Departamento de Policía de Los Ángeles.
Desde hace unos meses, cuando Joshua supo que jugaría en Tijuana se dio a la tarea de investigar acerca de aquella historia familiar de cuando su padre jugó en Tijuana, sin contar con más información que el nombre de la ciudad en la que había estado.
“Desde antes de que yo fuera cambiado a Toros yo tenía una idea de que en este estadio había jugado mi padre pero no estaba seguro; a veces los equipos cambian y los nombres también”.
Explicó el derecho de 31 años nacido en Valencia, California, “mis tías me dijeron que mi papá jugó en Tijuana pero no recordaban en qué equipo, así que investigaron un poco por su cuenta y encontraron unas fotos de él jugando aquí en Tijuana, pero la mayoría de lo que conozco al respecto me he enterado a partir de que fui cambiado a esta ciudad”.
Se dice que la “Sangre llama”. Es algo que no se puede explicar. Pero está ahí.
“El beisbol ha sido una parte muy importante de mi vida y él fue la razón principal por la que yo empecé a jugar este deporte. Yo supe desde muy pequeño que quería jugar beisbol para ser como mi papá, pero nunca imaginé que jugaría en el mismo estadio que él” dijo el joven Corrales.
La gran emoción la comparte con su familia, hermanos, tías y sobre todo con su madre, quien ya no puede esperar para acompañar a su hijo al estadio Chevron y estar juntos en el mismo sitio que en alguna ocasión jugó el ser querido.
“Mi mamá está muy emocionada y no sólo porque jugaré en el mismo estadio, sino porque usaré el mismo número en el uniforme. Ella seguramente vendrá a algún juego, la fecha aún no la sabemos, pero ella siempre ha sido parte de nuestras carreras en el beisbol”, mencionó parado en la tercera base del estadio. “Cuando mi papá murió yo estaba en la preparatoria, así que ella siempre ha estado conmigo para motivarme y esto es algo que siempre hemos querido hacer así que definitivamente estará por aquí próximamente”.
La memoria de un padre sigue viva a pesar de doce años de su partida, pero en esta próxima temporada Josh Corrales y su familia crearán un vínculo a través de Tijuana y del beisbol.
Seguramente Robert Corrales ya está en el estadio esperando por esa reunión.