La francesa Anne Queinnec recopiló una colección de 300 predicciones que, con el tiempo, han adquirido carácter de chiste desternillante.
Vía/ForoEconómicoMundial
El cliché es exótico, incluso gracioso, pero falso. Cuando uno piensa en futurología, la imagen que le viene a la cabeza es la de una mujer de etnia gitana, con pañuelo de seda atado a la cabeza, en un cobertizo improvisado junto a su carromato y equipada con una bola de cristal. La verdad, sin embargo, es que los más insignes adivinos han sido casi siempre hombres serios y respetados en el mundo de los negocios, la política o la ciencia. A ellos, tanto o más que a la gitanilla de Cervantes, habría que decirles eso de «dices la buenaventura, y dasla mala contino». Así lo demuestra el libro Internet, ça ne marchera jamais(publicado por First Éditions), de la francesa Anne Queinnec, una colección de 300 predicciones que, con el tiempo, han adquirido carácter de chiste desternillante. Veamos un par de ejemplos:
«No creo, de ninguna manera, que la aeronáutica sea capaz de modificar algún día los medios de transporte de forma significativa».
—(H.G. Wells, Esquema de los tiempos futuros, 1933)
«Ningún cohete conseguirá llegar a la Luna, salvo que se produzca el descubrimiento milagroso de un explosivo aún más potente que los que conocemos. E incluso si produjéramos ese combustible indispensable, habría que demostrar que el cohete puede funcionar a 459 grados bajo cero: la temperatura del espacio interplanetario».
—(Nikola Tesla, científico estadounidense, 1928)
Hasta el admirado Tesla apuraba temerariamente la frenada cuando enfilaba la misteriosa curva del futuro. Y aportando números, además. Obvia decir que errados: la temperatura del espacio exterior, debido a la radiación del Big Bang, suele situarse en torno a los -270º C.
Leyendo el libro de Queinnec, y rodeados como estamos de lo que antes llamábamos enteraos y ahora cuñados, podríamos estar tentados de decir que la de visionario es una actividad puramente masculina. La autora tiene una explicación más ponderada: «En el libro hay muchos científicos, militares, ingenieros, músicos… y vivían en otra época. Por aquel entonces, el papel social de las mujeres era muy limitado. Incluso hoy hay pocas mujeres que sean generales del ejército. ¡O señorasde la guerra!».
Queinnec cuenta que se ha divertido enormemente recopilando vaticinios. «A lo largo de los años he ido recogiendo citas que me parecían graciosas, pero sin saber lo que quería hacer con ellas. Y entonces, un día, decidí hacer un libro. Para completar lo que tenía, leí muchos otros libros de citas. Y me he inspirado especialmente en el Dictionnaire de la bêtise (Diccionario de la estupidez), de Jean-Claude Carrière. ¡Es una mina de oro! Después clasifiqué las predicciones por temas. Aunque debo decir que tampoco ha supuesto un trabajo enorme, ¡porque yo misma no he escrito nada! Era sobre todo para divertirme y para divertir a los demás».
La autora se ha hecho una experta en los libros de citas. Su anterior trabajo, Qu’est-ce qu’il s’agit là-dedans ? (una frase en la que Sarkozy se embolicaba a la manera rajoyana y confundía los verbos tratar y agitar en francés), reunía las patadas al diccionario de los políticos galos. A día de hoy, la autora salva a Macron de la quema. «Habla bien, es de letras y es un hombre culto. Por el momento no hay nadie tan caricaturesco como los dos presidentes anteriores [Sarkozy y Hollande] y su entorno. Pero hay muchas caras nuevas, sobre todo en la Asamblea Nacional. ¡Habrá que estar atenta por si el fenómeno renace y tengo que hacer una segunda parte!».
A buen seguro, y dada nuestra natural propensión tertuliana a hablar a la ligera, el tomo dedicado a las profecías también podría ampliarse. Estas son algunas de las perlas halladas por Queinnec:
«Cuando la Feria Internacional de París cierre sus puertas, la luz eléctrica se apagará y nunca volveremos a oír hablar de ella».
—(Erasmus Wilson, profesor en Oxford, 1878)
«Mi invención será explotada durante algún tiempo como curiosidad científica, pero aparte de eso, no tiene ningún valor comercial».
— (Auguste Lumière, 1900)
«La televisión desaparecerá del mercado en seis meses. La gente se cansará de mirar todas las noches una caja de contrachapado».
— (Darryl F. Zanuck, presidente de la 20th Century Fox, 1946)
«Los Beatles no tienen ningún futuro en el mundo del espectáculo».
—(Dick Rowe, cazatalentos de la discográfica Decca)
«La ciencia ficción no tiene ningún futuro en el cine».
— (Pierre Billard, crítico de cine, 1962)
«La venta a distancia, aunque es perfectamente factible, está condenada al fracas».
— (Revista Time, 1968)
«No hay ninguna razón para que alguien quiera tener un ordenador en su casa».
—(Kenneth Olsen, presidente de Digital Equipment Corporation, 1977)
«Internet nos da igual. Eso no va a funcionar».
— (Pascal Nègre, presidente de Universal Music en Francia, 2001)