El piloto solo sufrió leves quemaduras en las manos y en los tobillos tras accidentarse en la primera vuelta del Gran Premio de Baréin.
MANAMA, BARÉIN.- Leves quemaduras en las manos y en los tobillos fueron las consecuencias que sufrió Romain Grosjean, tras accidentarse en la primera vuelta del Gran Premio de Baréin.
El automóvil de Haas se incendió y se rompió a la mitad en el Circuito de Sakhir, pero el francés, quien fue trasladado al hospital para una revisión completo, salió casi ileso, en el percance más fuerte dentro de la Fórmula Uno en el 2020.
En los últimos años, la máxima categoría del automovilismo ha incrementado sus protocolos y la tecnología para seguridad de todos los volantes, quienes arriesgan su vida en cada vuelta de los Grandes Premios.
Hace algunas décadas, el accidente que hoy sufrió Grosjean podría considerarse como una sentencia de muerte, por la forma en que terminó su bólido: en varias partes e incendiado.
Para evitar que los pilotos sufran quemaduras fuertes en el rostro, en 2001, la F1 implementó los cascos de fibra de carbono, que se prueban rigurosamente para resistir los impactos y demostrar que son extremadamente resistentes al fuego.
El traje de los conductores crea una facilidad de movimiento y la tecnología ha evolucionando en un material ligero y que permite la transpiración para soportar las altas temperaturas durante los eventos, sobre todo los de verano y Medio Oriente.
Cada campaña, la vestimenta se prueba para asegurar que puedan soportar un calentamiento de 600 a 800 grados durante más de 11 segundos y esta rigurosa prueba se aplica a todo, desde cremalleras hasta calcetines para garantizar que los volantes estén adecuadamente protegidos contra incendios, como el caso de hoy.
En los autos, existe una cápsula de supervivencia, donde se ubican los profesionales y que los protege de volcaduras y/o impactos directos. También está equipado con un sistema de extintores que se activan por el conductor o externamente que rocía espuma al motor.
También, desde 2003, los volantes utilizan el HANS (soporte para cabeza y cuello, por sus siglas en inglés), que los obliga a estar rectos y evitar movimientos bruscos o mortales en estas partes delicadas del cuerpo.
Por último, apenas implementado en 2018 y que generó mucha polémica, pero hoy mostró la importancia porque evitó que la barda impactara sobre la cabeza de Grosjean, fue el halo. En las imágenes desde Barhein, se observó como este artefacto, ubicado al frente de los autos, quedó intacto y, posiblemente, fue clave para el francés siga con vida.