Una vez que el plástico sufre esta transformación, su forma original desaparece del medio ambiente y se convierte en subproductos completamente nuevos que no pueden verse a simple vista.

BOSTON.- El poliestireno, uno de los plásticos más usados en la manufactura y el envasado de alimentos, expuesto a la luz solar puede degradarse en décadas o siglos y no en miles de años como se pensaba, reveló la Institución Oceanográfica Woods Hole (WHOI, por sus siglas en inglés).

Investigadores del WHOI señalaron en un estudio que la persistencia del poliestireno en el medio ambiente puede ser más corta, pero igual de dañina, incluso más complicada de lo que se preveía.

El autor principal del estudio, Collin Ward, aclaró que la idea de que la luz del Sol degrada los plásticos no es nueva y citó como ejemplo mirar los juguetes, bancos del parque o sillas de jardín, que se decoloran rápidamente.

Pero según las conclusiones “no solo hace que se descomponga físicamente, sino que también los degrada químicamente en carbono orgánico disuelto y trazas de dióxido de carbono a niveles demasiados bajos para impactar el cambio climático".

“Una vez que el plástico sufre esta transformación, su forma original desaparece del medio ambiente y se convierte en subproductos completamente nuevos que no pueden verse a simple vista. Considerar cómo ocurre esta transformación será una parte importante de la estimación de la cantidad de plástico que hay en el medio ambiente”, señaló.

El químico marino de WHOI, cuyo estudio fue publicado por la revista Environmental Science and Technology Letters, refirió que el poliestireno se ha detectado en los océanos desde la década de los años 70.

El estudio obedeció a la idea de considerar otros factores implicados en la degradación del poliestireno, que no fueran los microbios.

Ward señaló que “el plástico es solo otra forma de carbono orgánico y presumiblemente los microbios lo ‘comerían’, pero los microbios también son inteligentes y selectivos”.

“Aunque la columna vertebral de poliestireno basada en anillos lo convierte en un objetivo difícil para los microbios, es la forma y el tamaño perfectos para captar ciertas frecuencias de la luz solar”, dijo el especialista de WHOI, organización sin fines de lucro cuya sede se ubica en Cape Cod, Massachusetts.

El estudio forma parte de los trabajos que el Instituto lleva a cabo sobre la investigación marina, la ingeniería y la educación superior, a fin de comprender los océanos y su interacción con el resto del planeta en el entorno global cambiante.