Para la gente que presenció o que siguió por televisión el asesinato que cimbró a todo México, pareciera que fue ayer cuando Mario Aburto accionó el arma que acabaría con la vida del entonces candidato a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Por: Ashlei Espinoza Rodríguez
“La gente salió huyendo, mirándome enojados, toditos asustados, comenzaron a gritar: ¡Huye, José! ¡Huye, José!”. El sonido del disparo se pierde entre los acordes de “La Culebra”. El asesinato de Luis Donaldo Colosio es una historia que se niega a perecer en el olvido en Lomas Taurinas.
“Ven pa´ca, cuidado con la culebra que muerde los pies. ¡Ay!, si me muerde los pies, no puedo yo bailar, si me muerde los pies, ya no voy a poder gozar”. La canción no deja de sonar por toda la zona a pesar del ajetreo y la confusión que se vivió aquel lejano 23 de marzo de 1994.
Coincidencia o no, pareciera que la famosa canción de la Banda Machos, le advirtió a Colosio que de Lomas Taurinas ya no saldría con vida.
“Luego de dar su discurso, el licenciado se baja de la tarima y empieza a sonar la música de ‘La Culebra’. Yo tenía entendido que, para salir, al licenciado le iban a hacer una valla, pero resulta que cuando bajó del templete lo traían literal como a una culebra, de aquí pa’ allá.
“La música estaba a todo volumen, era un ruido feo y de buenas a primeras veo como un flashazo, pero yo pensé que era una foto y entonces veo como el licenciado va dando como una vuelta y veo a Aburto con la pistola en la mano”, narra a Notimex, Yolanda Lázaro, lideresa del PRI en la colonia.
Para la gente que presenció o que siguió por televisión el asesinato que cimbró a todo México, pareciera que fue ayer cuando Mario Aburto accionó el arma que acabaría con la vida del entonces candidato a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Luego de 25 años, el “hubiera” es una palabra que se repite a cada instante cuando los colonos comunican los detalles de aquel trágico día. Las siete letras provocan un nudo en la garganta cuando series televisivas y películas trasladan al presente la remembranza de lo que pudo ser.
“Yo le platico a mis hijos que él hubiera sido un muy buen presidente, porque a diferencia de los anteriores, a Colosio sí le interesaba la pobreza, la gente que trabajamos tanto y que nunca nos aumentan; él sí nos hubiera ayudado”, afirma María José, quien vive desde hace 25 años en Lomas Taurinas.
El tiempo sigue su marcha y la tristeza y la incertidumbre que dejó la muerte de Colosio en el sitio donde fue ultimado, ya no se perciben. El acontecimiento ya es historia, una historia que se niega a sucumbir en los espacios más recónditos de la memoria.
El parque local donde el priista viviría sus últimos segundos, actualmente es la Plaza de la Unidad y la Esperanza, nombre que se retomó de la frase que Colosio le dijo a Yolanda antes de bajar de la tarima: “Ustedes son la unidad y la esperanza para lograr un México mejor”.
La canción de “La Culebra” hoy es remplazada por canciones de reggaetón que emanan de una tienda que se encuentra frente al parque, donde una figura monumental de bronce inmortaliza a un Colosio sonriente, que saluda al pueblo y que viste camisa arremangada y pantalón.
“Era una gente sencilla”, menciona Yolanda.
Si el asesinato del abanderado del PRI dejó “algo bueno” fue la atención que, en parte, la colonia recibió a raíz del trágico suceso. “Se oye mal, pero gracias a Colosio la arreglaron porque estaba muy fea”, comenta María José.
En 1994 las calles de Lomas Taurinas eran de terracería, ya que la pavimentación no llegaría sino hasta después de la muerte del priista. “Era una colonia totalmente abandonada”, recuerda Yolanda.
¿Por qué alguien llevaría a un candidato a hacer campaña a un lugar que no tenía las condiciones para transitar ni para brindar seguridad a los asistentes ni al propio Colosio? --se cuestiona todavía la gente.
Sentada en una de las cuatro bancas que se instaron en el espacio donde el color gris impera en paredes, piso y escalinatas, María José rememoró el ambiente que se sentía días después del crimen: “Cuando llegué aquí todo era tristeza, como que no querías ni salir, pero ahorita ya nada más queda el recuerdo”.
Aunque la colonia aún es residida mayormente por gente humilde que habita en casas hacinadas, en su mayoría sin acabados, la estampa de la Plaza de la Unidad y la Esperanza es punto y aparte.
Detrás y a un lado de la estatua de Colosio, florecen las dos únicas jacarandas que se vislumbran en Lomas Taurinas. El espacio, según vecinos, siempre luce limpio y nunca ha sido vandalizado.
“Nunca he visto que le hagan nada, ni que lo grafiteen y tampoco ves basura tirada”, expresa Jesús López, de 14 años de edad, quien todos los días pasa frente a la plaza para dirigirse a su hogar.
Para los más jóvenes de la colonia tijuanense localizada al este del municipio, el asesinato de Colosio es “simplemente una historia” que habla de la corrupción y la violencia que impera en la vida política del país. Un tema que desde muy pequeños ya no les es ajeno.
“Me enteré por la escuela, mis papás nunca me hablaron de él y pues creo que lo que le hicieron está mal y de grande yo pensé que iba a votar por el PRI pero ya no por lo que hicieron”, sostiene Jesús, quien al preguntarle qué significa Colosio para él, responde: “Es una alma más en el cielo”.
Por su parte, Francisco Flores, de 28 años de edad, argumentó que: “Antes la gente aquí era muy priista y él era un símbolo del PRI y ahorita las personas ya cambiaron mucho su preferencia de partidos políticos, pero igual siguen mostrando un respeto por lo que fue, pero para nosotros los jóvenes, el hecho es sólo ‘una historia más’”.
No obstante, la figura de bronce de Luis Donaldo se convirtió en imagen de culto para quienes llegan ahí a pedirle que les den su visa para poder irse a los Estados Unidos. “Para la gente es un mártir”, apunta la lideresa del PRI en la colonia.
“¡Echa pa´lla! Ven, pa´ca, cuidado con la culebra que muerde los pies, ¡Ay, si me muerde los pies! Yo la quiero acurrucar si me muerde los pies, yo la tengo que matar” continúa la canción que se escucha a todo volumen luego del disparo.
“Lo recuerdo como una excelente persona que ‘traía algo’, pero pues el hubiera no existe y yo me quedo con esa sonrisa cuando lo veo llegar a Lomas Taurinas y con su discurso del aniversario del PRI cuando dijo: ‘Veo un México con hambre y sed de justicia social’".
“Cuando analizas las cosas y lo que viste, sí es cierto que en mi partido se fraguó todo”, reitera Yolanda.
“De pronto veo venir cerquita de mí, yo vi a una culebra mirando hacia mí, y yo grité: ¡Ay, la culebra! Y yo grité: ¡Ay, la culebra!”, reza una de las estrofas de la melodía de la agrupación jalisciense. Colosio jamás advirtió lo que ocurriría. (Notimex)