"A mí no me da miedo decirlo, a muchos sí, pero a mí no. Aquí la policía viene en las noches, en la madrugada y nos pega una 'basculeada' para ver qué traemos, según es una revisión de rutina, pero puro pedo, nomás vienen a tumbarnos con lo que traigamos, la feria, lo que sea".

Fotos y Texto: Crisstian Villicaña

Habitar en el peligro. Cuidarse de los otros y de la autoridad, en específico de la Policía Municipal. Riesgos, muchos, nos dice Romualdo, quien habita la canalización del Río Tijuana, conocida también como "El Bordo", espacio donde convergen una serie de historias, desde el deportado que se quedó sin familia, hasta el que está de paso, por unos meses, buscando juntar dinero para regresar a su ciudad o pueblo de origen.

Es el día a día el que nos narra esta persona que lleva poco más de un año y medio de haber sido expulsado de los Estados Unidos, y desde entonces habita el lugar, sufriendo una problemática que dice aqueja a todo aquel que se atreve a vivir en la canalización.





"A mí no me da miedo decirlo, a muchos sí, pero a mí no. Aquí la policía viene en las noches, en la madrugada y nos pega una 'basculeada' para ver qué traemos, según es una revisión de rutina, pero puro pedo, nomás vienen a tumbarnos con lo que traigamos, la feria, lo que sea".

"Llegan y nos dicen: 'saquen todas sus pertenencias, todo lo que tengan a la vista', pero ya no te regresan nada, en lo que te están revisando que no traigas algo, se clavan tus cosas; así se la juegan aquí y no puedes hacer nada ¿quién nos va hacer caso si vamos a la policía, a la comandancia? nos van a decir que no, que no es cierto, entre ellos mismos se protegen", platicó.





En distintas ocasiones, en ruedas de prensas o entrevistas “banqueteras” se le ha cuestionado al secretario de Seguridad Pública de la ciudad, Marco Antonio Sotomayor, si tiene conocimiento de  hechos como los que nos narra Romualdo, a lo que ha contestado que no tiene ninguna denuncia y que si llegase a ocurrir un hecho de abuso policiaco en este o cualquier lugar, invitaría a la ciudadanía a denunciarlo.

Lo anterior, concuerda con lo que nos describió el habitante de "El Bordo": no hay espacio para ellos, como si invisibles fueran, se han convertido en una población que sufre en silencio sus adicciones a las drogas, el alcohol y a causa de ello, son hechos menos, se pasa por encima de sus derechos, al grado que ellos mismos lo saben.

"La mayoría de aquí sí usa droga, pero ese nos motivo para que abusen de nosotros, no sólo nos roban, te madrean feo si se ensañan contigo, hay raza que llega bien madreada a la 20 (Centro de Infractores), y es por eso, porque aquí nos madrean, por nada, por sus huevos, y sé que me pongo en riesgo en decir esto, pero esto es de diario, siempre vienen y siempre nos tumban o nos madrean, y terminamos en la cárcel", dice con un tono de desencanto y algo de rabia.





Acá parece ser así, riesgoso, se ve gente yendo y viniendo, algunos con materiales como laminas, otros con bolsas con botes de plástico, algunos o algunas, bailando por el efecto de la droga o doblándose hasta quedar tirado por la heroína que ingresó por la vena; siendo una de las drogas que más se usa en el lugar.

Los pocos que no consumen se distinguen, resaltan entra la población. El semblante más serio y ecuánime, hasta la forma de hablar lo confirma, son aquellos que llegaron ahí por un sin número de factores, entre los que resalta la falta de dinero o conocimiento de la ciudad, lo que los lleva habitar la vía pública, en este caso, la canalización del Río Tijuana.

Ellos, tampoco se escapan de los abusos, agrega Romualdo. "Tengo un compa, que a él le han quitado sus documentos, se los rompen, nomás para subirlo. Él no usa droga, no trae nada malo, nomás junta botes y los vende, pero como no trae nada buscan la manera de chingarlo, le quitan sus identificaciones y cuando lo sueltan y vuelven a venir los 'placas', lo suben otra vez porque ya no tiene identificación, ya no se la dan".





Por último, nos dijo que algunos han optado por establecer sus refugios lo más cercano a la Garita de El Chaparral, para de alguna forma estar más cerca de las autoridades norteamericanas, ya que las locales, de acuerdo al testimonio, no cumple con sus funciones primordiales como lo es servir y proteger.