No te aferres, que nada es tuyo

Por Adrián GARCÍA ESTRADA
Cómo me duele aceptar que no estarás aquí, entender que el ciclo terminó o que tal vez nunca empezó, saber que la historia que se produjo en mi mente y que dio vida a un sinfín de emociones ya no será lo que pudo ser. Es justo aquí cuando llega el duelo, ese proceso tan desgastante pero necesario para renovarte una y otra vez.
A nadie le gusta perder, la gran mayoría le tiene miedo al cambio, pero el cambio es lo único constante en la vida. En el terreno afectivo personas van, personas vienen, algunas dejan huella, otros pasan sin un sentido claro, pero todas se convierten en lección.
Me aferré tanto a ti que hoy me molesta ver cuánto tiempo perdí al no entender que tu lugar no era el mismo que el mío. Ya me cansé de escuchar consejos como “si la amas déjala ir” o “si es para ti regresará”, ¡no, maldita sea!, regrésame los días en que podía caminar sin llevarte en mis pensamientos.
En el aquí y el ahora entiendo que no es necesario tener a alguien a un lado para sentirte en equilibrio, pero eso no quiere decir que no sea hermoso compartir tu vida, encontrar a esa persona con la que puedas hablar de todo sin importar lo diferente que sean, o encontrar a alguien con tus mismos gustos, en ambos casos se puede generar un puente emocional único, claro, si ambos están en sintonía.
Cuando tu corazón le diga a la razón que el miedo y la duda es más fuerte, definitivamente no es tu lugar, cambia de dirección, construye un camino hacia la plenitud sentimental, vive, deja vivir, respeta, la vida no es tan complicada como a veces creemos, nada pasa y todo pasa.
Si es el momento, te digo adiós, me desprendo, me libero, acepto porque en eso está precisamente la sanación de cada emoción lastimada, aprendo de mis errores, pero no le daré paso a la conmiseración, es tiempo de navegar en distinta dirección.