Los corales y las esponjas se encuentran en la cresta este de la montaña submarina de la Fosa de las Marianas, que es el punto más profundo en el planeta, cuyo valle submarino.
LONDRES.- Una expedición al lugar más profundo del mundo, la Fosa de las Marianas, ubicada en el Océano Pacífico, encontró bellos jardines y nuevas especies de criaturas marinas, pero tristemente también halló una bolsa de plástico y envoltorios de dulces.
El viaje a las profundidades extremas marinas fue posible gracias a un vehículo operado a distancia (ROV) esta semana por investigadores de la Academia de Ciencias de China, a bordo del buque Kexue.
El ROV capturó increíbles imágenes de lo que los científicos llamaron “jardines” en el fondo del mar, pues descubrieron raros bosques de coloridos corales en donde viven al menos 12 especies de animales gigantes y flora abundante, “sorprendentemente” en un monte submarino que carece de nutrientes.
Los corales y las esponjas se encuentran en la cresta este de la montaña submarina de la Fosa de las Marianas, que es el punto más profundo en el planeta, cuyo valle submarino –conocido como Deep Challenger- alcanza una profundidad conocida de 10 mil 994 metros.
De acuerdo con la revista británica The Ecologist, esta alucinante profundidad en perspectiva es como si se colocara el Monte Everest –la montaña más alta del planeta- en el Deep Challenger y su pico todavía estaría a más de dos kilómetros bajo el agua.
El hallazgo es sorprendente porque a esa profundidad no llega la luz del Sol y tampoco los nutrientes de la superficie, por lo que –sin exagerar- se trata de un ecosistema extraño, alejado del mundo exterior y, aparentemente, de todas sus problemáticas.
Sin embargo, productos químicos y plásticos hechos por el hombre han sido hallados en esta enorme zanja marina, cuyo único contacto con el exterior son los sumergibles que realizan misiones de investigación.
La primera indicación de contaminantes en la Fosa fue revelada en 2016 en un estudio publicado en la revista Nature Ecology & Evolution, en el cual investigadores dieron cuenta de la presencia de bifenilo policlorado (químico tóxico prohibido desde 2001) en crustáceos a más de 10 mil metros de profundidad.
En otra expedición reciente se encontraron bolsas de plástico, mientras que una investigación a principios de este año en la revista Royal Society Open Science reveló que más del 70 por ciento de los anfípodos en la zona tenían al menos una partícula microplástica.