La estrategia PRI-Los Pinos para el 2018 se está afinando

De cara a los comicios presidenciales del 2018, la apuesta priista es que los mexicanos “sigan contando” los logros de un gobierno severamente cuestionado por la corrupción y la falta de capacidad para atender el problema de inseguridad.



Por Alberto Sarmiento Reyes / Hiptex



Impulsado por el triunfo en los comicios en el Estado de México, el priismo con el presidente Enrique Peña Nieto en su papel de “primer priista” de México ha iniciado la que pareciera la primera etapa de la campaña electoral del 2018.



Llevando como eslogan la secuela de “Lo bueno cuenta y cuenta mucho”, los estrategas priistas, tanto de Los Pinos como del CEN del Partido Revolucionario Institucional (PRI), han lanzado, de cara al quinto informe presidencial, la campaña “Lo bueno cuenta y queremos que siga contando”.



Aunque la primera versión de esta propaganda institucional, denomina, “Lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho”, tuvo una vida efímera por los cuestionamientos sobre el reclamo implícito a un reconocimiento, los estrategas le dieron la vuelta con “Lo bueno cuenta y cuenta mucho”, que a fuerza de escucharla y verla en millones de spots ha terminado por ser aceptada o asimilada.



De cara a los comicios presidenciales del 2018, la apuesta priista es que los mexicanos “sigan contando” los logros de un gobierno severamente cuestionado por la corrupción y la falta de capacidad para atender el problema de inseguridad, sin dejar de “contar” los casi 50 millones de connacionales pobres o en pobreza extrema.



La estrategia PRI-Los Pinos para el 2018 se está afinando, pero la base es la empleada en el Estado de México, bastión priista y entidad donde nació el presidente Peña Nieto, por lo que una derrota ahí no estaba en los planes del priismo.



La estrategia fue muy sencilla: dividir a la oposición, impedir las alianzas y erigirse, en base a una mejor estructura, en el partido con mayores posibilidades de triunfo… y lo logró.



Impedir la creación de un frente opositor, al margen de cómo se le denomine, es el objetivo primario del priismo. Impulsada por los dirigentes del PAN y PRD, la alianza es una amenaza real para el PRI, que arrancaría la contienda en un tercer lugar, como lo reflejan las encuestas.



En ese contexto debe entenderse el escándalo en que se encuentra envuelto Ricardo Anaya Cortés, presidente del Partido Acción Nacional (PAN), y que es apenas una pequeña muestra del “cochinero” político que se nos viene encima con motivo de la elección presidencial del próximo año.



No se trata de afectar las aspiraciones personales de Ricardo Anaya, que dentro del PAN es ampliamente rebasado por la figura de Margarita Zavala.



Sin embargo, una alianza con el PRD, colocaría al PAN en posibilidades reales de vencer a Andrés Manuel López Obrador y su partido Morena, pero lo peor, para el PRI, es que lo enviaría a un tercer lugar.



Por ello, lo importante para el priismo no es que se cuente lo bueno para seguir contando, sino dividir para que el PRI siga contando votos.



Sin alianza y con un PRI revitalizado por el triunfo en el Estado de México, además de salir unido tras un proceso interno para designar a su candidato presidencial, las posibilidades de retener el poder se elevan en forma exponencial.



La segunda etapa sería López Obrador… ya de manera más directa.



Tengan o no fundamentos los señalamientos sobre la riqueza que atesora la familia del dirigente nacional panista, la forma en que se ha manejado la campaña refleja claramente un intento por debilitar su liderazgo y la propuesta de alianza que impulsa con la líder nacional del PRD, Alejandra Barrales.



La máxima de divide y vencerás… busca atomizar el voto en el 2018. 



Por ello es que dividir cuenta… y el PRI quiere seguir contando.