La generación de los mileniales cree que el cambio climático y los conflictos son los problemas más importantes a los que nos enfrentamos.

Vía/Foro Económico Mundial

NEW YORK, EU.-
El 50% de la población del mundo tiene menos de 30 años. Esta es la mayor población de jóvenes de la historia y la última Encuesta de Global Shapers del Foro Económico Mundial (que se realizó entre más de 30 000 individuos menores de 30 años de 186 países) nos dice qué piensan los jóvenes líderes sobre nuestro mundo y el lugar que ocupan en él.

Entonces, ¿cuáles son los puntos clave que deberán guiar nuestras acciones en 2018?

En primer lugar, la generación de los mileniales cree que el cambio climático y los conflictos son los problemas más importantes a los que nos enfrentamos.

En segundo lugar, consideran que “el emprendedorismo y un ecosistema propicio para las empresas emergentes o start-ups” constituyen el factor más importante para fortalecer a los jóvenes de un país.

Además de tener estas prioridades, los jóvenes parecen sentir que su opinión no se tiene en cuenta. De hecho, 55,9 % de los encuestados se mostró en desacuerdo con la siguiente afirmación: “En mi país, se tienen en cuenta los puntos de vista de los jóvenes antes de tomar decisiones importantes”.

¿Cómo podemos abordar algunas de estas inquietudes urgentes y garantizar que nuestros líderes jóvenes tengan voz y voto en las decisiones que forjarán nuestro futuro?

En lo que respecta al cambio climático, está claro que la pronta implementación del Objetivo de Desarrollo Sostenible 13, “combatir el cambio climático y su impacto” es un requisito básico para la planificación de políticas a nivel nacional. Sin embargo, decidir qué acciones específicas tomar para combatir el cambio climático en todos los niveles de la sociedad es una pregunta más abierta.

Algunos dirían que las respuestas tecnológicas al cambio climático ya están al alcance de la mano pero, en las palabras del autor principal del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, el Dr. Leon Clark: “Realmente no tenemos noción de lo que se necesitaría para implementarlas a gran escala”.

Algunas iniciativas, como el Proyecto Deawdown, ofrecen un cálculo útil de las soluciones más poderosas que existen por el momento, ordenadas en función de la reducción prevista de CO2 y gases de efecto invernadero. Sin embargo, a los fines de este artículo, lo que nos ocupa es el fortalecimiento de los jóvenes y su relación con el conflicto, identificado como el segundo “problema más serio a nivel mundial” en la encuesta.

Comencemos con la cuestión del emprendimiento

La mayoría de los jóvenes son optimistas respecto del impacto de la tecnología y la innovación: 78,6 % creen que la tecnología “crea empleos” y no que “destruye empleos” (21,4 %).

Sin embargo, ¿puede la tecnología por sí sola abordar la alarmante realidad de los 71 millones de jóvenes desempleados de entre 15 y 24 años en todo el mundo? De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), este nivel está cerca de su máximo histórico de 13 %.

El problema actual del desempleo entre los jóvenes afecta a países con distintos grados de desarrollo económico. América Latina tiene tasas de desempleo juvenil altas y crecientes (mayores a 17% en 2017), mientras que la tasa promedio en toda la UE se ubica en un valor similar, alcanzando valores de hasta 35 %, 38,7 % y 43,3 % en Italia, España y Grecia.

Como mencioné en el Foro Económico Mundial sobre América Latina el año pasado, desatar el potencial del emprendedorismo no es tarea fácil. A la hora de tomar medidas para reducir la burocracia, eliminar las barreras estructurales o mitigar las barreras sociales, no debemos caer en la lógica de un enfoque único hacia la innovación. De hecho, la innovación por sí sola no es la respuesta al problema del desempleo juvenil.

Muchos proyectos para incentivar el emprendedorismo han fallado porque han intentado replicar el ejemplo por excelencia de la innovación, Silicon Valley. En las palabras de Federico Antoni, catedrático de la Escuela de Comercio de Stanford “ningún programa gubernamental o mercado interno podrá crear un nuevo Silicon Valley”. Incluso quienes consistentemente financian start-upsexitosas en Silicon Valley —que atrae más de un tercio de las inversiones de riesgo de EE. UU.— no logran ver fácilmente el motivo detrás de su prosperidad sin precedentes.

Peter Thiel, un emprendedor que fue cofundador o inversor de algunas de las empresas más importantes del mundo, tales como PayPal y Facebook, guarda escepticismo respecto de los intentos de replicar el centro de innovación más grande del mundo: “Ni siquiera está claro por qué Silicon Valley funciona. Es algo singular, único... y creo que siempre que te propones copiar algo comienzas necesariamente en una posición inferior”.

Incluso con generosos subsidios estatales y beneficios impositivos, algunos intentos ambiciosos de crear nuevos polos tecnológicos, tales como Tech City en Londres, no han alcanzado las expectativas. Para ponerlo en perspectiva, de acuerdo con The Spectator: “Facebook, que se fundó en 2004, vale aproximadamente el doble que los 40 unicornios [start-ups con un valor de mil millones de dólares o más] europeos juntos”.

Si nuestra misión es reducir el desempleo juvenil y los conflictos sociales, una estrategia mucho mejor sería aprovechar las fortalezas de cada región y crear soluciones hechas a medida de las necesidades locales.

Por ejemplo, un proyecto de Global Shapers del Foro Económico Mundial en Kabul, Afganistán, busca implementar iniciativas sustentables para ayudar a los jóvenes que corren riesgo de caer en manos de grupos radicales que buscan sacar provecho de los constantes problemas de seguridad.

El énfasis no está tanto en la innovación pura, sino en ayudar a quienes tienen las habilidades —pero no los recursos financieros— para comenzar sus propias empresas. El mecanismo de financiación se divide en dos componentes, diseñados para adaptarse a las crecientes demandas de cada start-up. Los subsidios en especie cubren los gastos iniciales, mientras que los préstamos sin intereses cubren los gastos corrientes hasta que cada start-up se torna autosuficiente.

Al identificar a los jóvenes con habilidades comerciales en zonas remotas que necesitan ayuda para ponerse en marcha, la iniciativa brinda oportunidades que reducen el atractivo de los grupos militantes, que, en muchos casos, son atractivos por motivos puramente económicos y no ideológicos.

Además, proyectos como este abordan no solo el desafío del desempleo juvenil en un contexto local sino también otro problema crítico identificado por Global Shapers: la crisis de refugiados.

En 2018, el mundo seguirá luchando contra la realidad de las personas desplazadas que necesitan refugio, seguridad y empleo. Las personas en esta situación han alcanzado un número récord de más de 65 millones. Aproximadamente la mitad de los refugiados de todo el mundo son menores de 18 años, por lo que nuestras acciones para ayudarlos afectarán directamente nuestro avance a la hora de fortalecer a los jóvenes y evitar los conflictos.

Un aspecto particularmente preocupante es el oportunismo de las organizaciones extremistas, que “llenan el vacío en los servicios estatales que necesitan los refugiados desesperados en su país de origen y en «otros países seguros»”, de acuerdo con el informe Pathways of Youth Fleeing Extremism de la organización antiextremista Quilliam.

Una respuesta a este fenómeno que cito a menudo es el trabajo de Anne Kjaer Riechert, una exbecaria de Rotary Peace que vive en Berlín. Su Escuela ReDi de Integración Digital, fundada en febrero de 2016, intervino para satisfacer las necesidades de dos partes: los inmigrantes que ingresaban a Alemania y necesitaban empleos remunerados, y las empresas que necesitan cubrir 43 000 vacantes en trabajos relacionados con informática en Alemania. La escuela de programación de la que es cofundadora no solo ofrece capacitación en habilidades de emprendedorismo sino que ya ha contribuido con el nacimiento de tres start-ups.

Las iniciativas de integración económica mutuamente beneficiosas como ReDi ofrecen un modelo para el futuro, dado que Europa anticipa que habrá 756 000 puestos de trabajo relacionados con la informática en 2020. Estos proyectos también reflejan la actitud de los jóvenes. La mayoría de los mileniales (55,4 %) cree que los países que reciben refugiados deben “intentar incluirlos en la fuerza laboral nacional”.

Nuestros esfuerzos por dar a los mileniales lo que buscan en 2018 deberá evaluarse de acuerdo con dos preguntas articuladas por los líderes del mañana. En primer lugar, ¿tienen un efecto social y ambiental positivo, con soluciones inclusivas adaptadas a las necesidades locales, y crean suficientes oportunidades para generar resistencia contra la radicalización entre los jóvenes?

En segundo lugar, ¿caen en alguna de las mismas trampas del emprendedorismo y la innovación que han frustrado intentos anteriores de extender el impacto positivo de la Cuarta Revolución Industrial?

Ya tenemos muchas soluciones sostenibles al alcance de la mano, y cada organización debería ponerse como desafío dar todas las herramientas posibles a la generación que quiere marcar la diferencia... y hacerlo rápido.