No busca seguidores para su creencia religiosa, tampoco que toquen algún instrumento, los llama a sacudirse la apatía, a tomar conciencia de los problemas que les rodean.

TIJUANA, BAJA CALIFORNIA.- Tito Quiroz termina una conferencia más en una universidad. Por espacio de 60 minutos ha hablado de su vida, de su amor a Cristo y a la música, de la fama alcanzada cuando “hizo llorar al presidente Enrique Peña Nieto” durante la ceremonia en que recibió el Premio Nacional de la Juventud en aquel 14 de agosto de 2015.

Su mensaje ha calado en el auditorio. Como en otras ocasiones, algunos estudiantes lo esperan al pie del estrado, unos para tomarse una selfie, pero otros más para compartirle un problema personal.

Ayer no fue la excepción. Entre los estudiantes de la Universidad de las Californias Internacional (UDCI) que le esperaron al termino de su charla, estaba una jovencita que sin pudor y entre lágrimas le resumió sus problemas y el esfuerzo que realiza a diario para estudiar, trabajar y hacerle frente a la adversidad.

Tito la escucha, la abraza, le habla al oído, la consuela. La joven se va con un sonrisa en el rostro, a ella la selfie no le importa… ser escuchada era su prioridad y lo ha conseguido.
Apenas el 17 de mayo, una joven estudiante de la Secundaria Federal Ricardo Flores Magón se suicidó en el Parque Morelos. Un día antes, Tito Quiroz, por cansancio había suspendido la conferencia en ese plantel. “Como me arrepiento de ello… tal vez esa joven hubiese asistido, se hubiese acercado… tal vez no se hubiese suicidado”, reflexiona con pesar cuando se le pregunta por esos diálogos privados que sostiene con quienes se le acercan al concluir las conferencias.

La vida de Tito Quiroz cambió luego de aquella tarde en Palacio Nacional, cuando junto con otros jóvenes fue galardonado por el Presidente Enrique Peña Nieto, en su caso por su labor en el ámbito social. Ser expuesto a la opinión pública nacional, le ha permitido ser llamado a impartir conferencias que el rechaza sean motivaciones sino de identidad, porque aspira a que los jóvenes se encuentren a sí mismos.

Su historia la relata en la conferencia amenamente, con anécdotas, algo de humor, música de violín, pero sobre todo con el mensaje de Cristo.

Su infancia al sur de Ensenada, su amor por la música a partir de los siete años de edad, su encuentro con la misionera Nancy Benning, en cuyo honor creó el instituto de música que actualmente cuenta con más de mil estudiantes y 40 maestros.

También habla de a muerte de su padre, su contacto con los menores infractores cuando estudiaba derecho en la UABC en Ensenada y el inicio del proyecto para llevar la música a la cárcel y rehabilitar a los internos.

Desde que ganó el premio, Tito Quiroz se ha dado a la tarea de recorrer 27 cárceles en el País e interactuar con más de 14 mil reos.

También ha recorrido cientos de universidades y preparatorias, públicas y privadas, para hablar con los jóvenes sobre su amor por la música y su amor a Cristo.

Pero nadie es profeta en su tierra, reconoce Tito Quiroz. La Universidad Autónoma de Baja California (UABC), donde estudió Derecho, no le había permitido ofrecer conferencias porque en ellas hablar de Cristo y la religión no es permitido por ser una institución publica y la educación debe ser laica.

Fue apenas el mes pasado, en el marco del Día del Estudiante, que el joven pastor pudo impartir una conferencia en esa institución. Hoy, aclara, me invitan a todas las universidades del País, ya fui a la UNAM y en todas hablo de Cristo sin pudor, ni temor, porque por encima de todo está la libertad de expresión y así lo han entendido las universidades o escuelas que me invitan.

Tito, con su experiencia de vida, con sus logros y la fuerza de su amor por la música y su amor a Cristo logra transmitir un mensaje de esperanza entre los jóvenes, a quienes llama a dejar atrás la apatía y liberarse de la distorsión social que les aqueja.

No busca seguidores para su creencia religiosa, tampoco que toquen algún instrumento, los llama a sacudirse la apatía, a tomar conciencia de los problemas que les rodean, como en el caso de Tijuana, los más de 600 niños que sufren de pornografìa infantil, o los más de 600 homicidios violentos que se han registrado en lo que va del año.

A casi dos años de distancia de haber sido galardonado, Tito Quiroz se siente cansado. Son tres o cuatro conferencias que imparte por día, sin aceptar o pedir retribución alguna, salvo el pago de gasolina para el traslado o transporte si viaja fuera de la entidad y alguna donación voluntaria para el proyecto de orfanatos sustentable que viene impulsando.

Pero no piensa parar, menos aún cuando como ayer, un o una joven se le acerca y comparte sus más íntimos problemas… “cuando los escucho aprendo… y entonces sé que debo continuar”.