En el espíritu del conocimiento ecológico tradicional, la Red LEO da particular relevancia al aspecto humano y su conexión con las observaciones ambientales.

TIJUANA, BAJA CALIFORNIA.- En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, la Comisión para la Cooperación Ambiental (CCA) y el Consorcio para la Salud de las Tribus Nativas de Alaska (Alaska Native Tribal Health Consortium, ANTHC) hicieron un llamado a todos los mexicanos a sumarse al creciente número de comunidades que utilizan la red de observadores ambientales locales o Red LEO (del inglés: Local Environmental Observer), una plataforma única de difusión e intercambio de observaciones, en la que los conocimientos ecológicos tradicional y local convergen con la ciencia para registrar y destacar eventos inusuales o casos de cambios anómalos en la naturaleza y el medio ambiente.

Parte de un esfuerzo trilateral entre México, Estados Unidos y Canadá, la Red LEO se amplió recientemente creando un centro regional en Ensenada, Baja California en colaboración con el Grupo de Ecología y Conservación de Islas (GECI). Así como otros dos en Victoria, Columbia Británica y Yellowknife, Territorios del Noroeste en Canadá. Cada nuevo centro cuenta con el apoyo de expertos y dispone de los recursos técnicos necesarios que permitirán a los miembros hacer llegar observaciones por regiones específicas e identificar factores que están dando lugar a cambios ambientales.

A través de LEO, cualquier persona interesada o preocupada por el medio ambiente en proceso de cambio en América del Norte puede intercambiar observaciones personales relacionadas con los efectos derivados de la transformación ambiental, y analizarlas con especialistas en el tema dentro de una comunidad cada vez más numerosa que, en el caso de México, la mayoría habitan en las costas e islas del noroeste del país.

“Cualquier persona puede integrarse a la Red LEO y enviar una observación. LEO ha dotado a la gente de capacidad para informar sobre eventos ambientales inusuales en forma inmediata, desde sus computadoras o teléfonos inteligentes”, afirma el director ejecutivo de la Comisión para la Cooperación Ambiental, César Rafael Chávez. “Creemos que la expansión de la Red y la incorporación de nuevos centros regionales asociados aportarán importantes puntos de vista en torno a los efectos del cambio ambiental en nuestros ecosistemas y biodiversidad compartidos. El ciudadano común, jóvenes, científicos e integrantes de comunidades indígenas y locales de Canadá, Estados Unidos y México podrán así hacer escuchar su voz.”

En el espíritu del conocimiento ecológico tradicional, la Red LEO da particular relevancia al aspecto humano y su conexión con las observaciones ambientales. Está especialmente dotada para captar los efectos en la salud humana y los ecosistemas derivados de los cambios ambientales, así como la capacidad de resiliencia y adaptación a los mismos por parte de miembros de las comunidades. A la fecha, la plataforma de la Red LEO comprende más de 700 observaciones sobre eventos inusuales del mundo natural, incluidas las numerosas observaciones que comunidades indígenas de Alaska han catalogado de sucesos que ya habían estado advirtiendo por generaciones al realizar actividades de subsistencia como caza, pesca o recolección.

“El ANTHC creó la Red LEO con el objetivo de que las observaciones ambientales de miembros de nuestros grupos indígenas en comunidades remotas tuvieran eco entre ciudadanos, líderes, científicos e investigadores”, señaló el presidente del consorcio, Andy Teuber.

Con la expansión de la plataforma, el alcance de la Red LEO crece aún más, lo que permite sostener intercambios más profundos sobre temas de relevancia y preocupación común para toda América del Norte, entre otros: el síndrome debilitante de las estrellas de mar; la “Mancha” (o the Blob, en inglés: una enorme masa de agua cálida en el mar de los Salish y otras partes del océano Pacífico norte); los cambiantes patrones migratorios del salmón, y las inusuales modificaciones en los patrones de anidación de aves marinas en México como resultado de alteraciones en los ecosistemas.

A la fecha, la Red LEO está conformada por casi 1,700 miembros, entre los que figuran ancianos indígenas, instituciones, guardaparques, científicos, pescadores, cazadores y jóvenes. Su base de datos de observaciones publicadas crece a un ritmo constante, y cubre un amplio abanico de temas que incluyen flora, insectos, peces y vida marina, especies terrestres, patrones meteorológicos extraordinarios, permafrost, hielo y nieve.

La expansión de la Red LEO es posible gracias a la colaboración de las Autoridades de Salud de las Primeras Naciones (First Nations Health Authority, FNHA) —en asociación con la Universidad de Victoria—, el gobierno de los Territorios del Noroeste, y el Grupo de Ecología y Conservación de Islas (GECI).