Deja de pensar en los demás y en el que dirán, aprende a ver y vivir tu realidad.

Por: Adrián García Estrada

Naturalmente el ser humano manifiesta durante su evolución emocional distintos defectos de carácter como el resentimiento, pereza, egoísmo, ira, entre otros, pero desde un punto de vista muy particular, creo que el mayor y más dañino defecto al que podemos darle juego es la envidia y peor cuando está enmascarada con buenas intenciones.

Antes que nada aclaro que no soy psicólogo, psiquiatra, religioso o predicador, sólo soy una persona que busca vivir mejor a través de una consciencia despierta, por ello me atrevo a compartir contigo mi percepción sobre aspectos que considero hemos descuidado y pudieran afectar nuestras vidas más de lo que pensamos.  

Escrito lo anterior, voy directo al grano, la empatía pierde cada vez más protagonismo dentro de una sociedad tan neurótica que creemos nos exhibe por no ser perfectos, lo anterior da paso a la inseguridad y posteriormente a la envidia, que si analizamos bien, es la generadora de una cadena emocional destructiva que va acompañada de resentimiento y otros males.

No podemos acostumbrarnos a destruir para poder construir, a poner el pie en vez de esforzarnos por ser mejores, a enojarnos porque a otros les va bien y en una distorsionada dimensión de las cosas creer que por culpa de alguien más nos va mal, déjame decirte algo, si tú que me lees estás mal, probablemente un alto porcentaje de la culpa es tuya y de nadie más.

Deja de pensar en los demás y en el que dirán, aprende a ver y vivir tu realidad, por eso te dejo tres consejos que a mí me han servido para evitar que la envidia afecte mi equilibrio:

1.- Realizar un auto-análisis diario antes de dormir para detectar errores y buscar modificaciones

2.- Deja de compararte con los demás, vive y deja vivir

3.- Felicita a quien triunfe porque la alegría del fracaso ajeno es de mediocres

*Recuerda si necesitas ayuda emocional busca a un profesional o infórmate más a través de diversas disciplinas de meditación o bien grupos de recuperación existentes.



*El autor de la citada columna es Licenciado en Ciencias de la Comunicación, con más de 10 años de experiencia en temas de comunicación institucional.