Tras golpiza sufrida el uno de julio pasado, que lo dejó en la lona electoral. el panismo se podrá a prueba nuevamente

Por: Alberto SARMIENTO REYES / HIPTEX

Para la noche del uno julio pasado, cuando apenas empezaban a fluir los resultados preliminares de la elección federal, los panistas de Baja California resintieron los primeros golpes de lo que sería la más dolorosa de sus derrotas en los encordados electorales de la entidad.

Ya su candidato presidencial, Ricardo Anaya Cortes, había aceptado su derrota y reconocido el triunfo de su acérrimo rival, Andrés López Obrador, pero los panistas bajacalifornianos no esperaban que todos sus candidatos al senado y diputaciones federales fueran avasallados por unos rivales que, en algunos casos, muy pocos siquiera conocían sus nombres.

Al final de esa negra jornada para el panismo en el País, los de Baja California sentían los efectos de una contundente derrota ante los abanderados del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), el partido que AMLO había construido cuatro años atrás para contender por tercera ocasión por la Presidencia de México.

Para el lunes 2 de julio, el panismo bajacaliforniano estaba en la lona, producto de la golpiza recibida en las urnas. Y desde ese día se vaticinaba que para las elecciones locales de 2019, su destino estaba escrito: habrían de perder la gubernatura, las cinco alcaldías y la mayoría sino la totalidad de las 17 diputaciones en juego.

Poco o nada hicieron los panistas de Baja California para realizar una reflexión de su estrepitosa derrota. La dirigencia estatal y las municipales siguen ocupadas por los mismos, a pesar de la insistencia de una corriente que pedía sus cabezas.

El proceso en el que se eligió a Marko Cortes como su dirigente nacional, restó fuerza a las voces que reclaman cambios de fondo y forma.

Durante los meses siguientes, el panismo de Baja California, tendido en la lona electoral, se arrastró hacia su esquina en busca de que su manager o equipo lo sacase del encordado y llevase a curar sus heridas.

Una se esas heridas, deberá tardar, por lo menos seis años en sanar, aunque los escépticos consideran que deberán transcurrir por lo menos 12 años para que vuelva a ganar una elección presidencial.

Pero el panismos de Baja California sufrió diez golpes demoledores más, porque ese uno de julio ni las manos metió ante los embates de la máquina de tira golpes que formó la figura de López Obrador.

Para descarga del panismo bajacaliforniano, solo en Guanajuato y algunos distritos federales del País, el PAN no solo evitó la golpiza sino salió triunfante.

En unas semanas el panismo deberá subirse al ring, ahora por el campeonato estatal, con cinco peleas igual de cruciales en cada municipio de la entidad y 17 combates distritales.

¿Se habrá recuperado de la golpiza del año pasado? ¿Se ha preparado a conciencia para estas nuevas batallas? ¿Sus púgiles están preparados para enfrentar y vencer a sus rivales?

Será cuestión de esperar los primeros asaltos de la contienda electoral que se avecina para saber las posibilidades del PAN de Baja California.

Por lo pronto las apuestas están en su contra, aunque en algunas peleas pudieran dar un campanazo.