Habitantes de la Canalización suelen cruzarla, corriendo de manera indiscriminada, pese a la velocidad de los autos que intentan sortear, causando que los conductores paren de golpe o los terminen arrollando por el limitado tiempo de reacción para frenar.

TIJUANA.- Era el mediodía del pasado miércoles 21 de junio, cuando un trágico instante cimbró y unió las vidas de dos hombres, sin que minutos antes pudieran imaginar ni sospechar que eso pasaría.



Segundos después, uno de ellos paraba su automóvil, un Volkswagen Jetta blanco, mientras que el otro, yacía sin vida, con el cuerpo totalmente pulverizado y con las huellas de haber sido violentamente aventado, cerca de 10 metros, sobre la superficie de rodamiento, quedando a pocos centímetros de la orilla de una jardinera.



Una sabana azul serviría para cubrir sus restos, mientras centenares de curiosos pasaban y de manera incrédula miraban lo ocurrido, alcanzado a divisar que sus pies desnudos sobresalían del pedazo de tela que le restaba más morbosidad al cuadro.



Sucedió en la Vía Rápida, la principal vialidad para atravesar la ciudad en dirección de oriente a poniente y viceversa, y la que es utilizada por miles de carros diariamente, cientos de miles semanalmente y tal vez millones por mes.



Máximo peligro 

Estos caminos, de gris concreto, son distinguibles por flanquear todo el  costado de la Canalización Río Tijuana, esa misma que ha servido a lo largo de los años como refugio a personas en situación de calle, deportados, vagabundos y adictos a las drogas. 



Sin embargo,  en los últimos tiempos, para los tijuanenses que utilizan esa vialidad, el manejar por esos espacios es sinónimo de peligro.



Y es que las personas que habitan la Canalización suelen cruzarla de manera habitual, corriendo de manera indiscriminada, pese a la velocidad de los autos que intentan sortear, causando con ello que los conductores paren de golpe o los terminen arrollando por el limitado tiempo de reacción para frenar. 



Es constante

Datos estadísticos de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM), así como archivos periodísticos,  refieren que en lo que va de 2017, han existido por lo menos cinco incidentes protagonizados por conductores y diversos de habitantes de la Canalización, dos de los cuales terminaron en decesos, mientras que los otros accidentes dejaron heridos de manera grave a los implicados de ambos lados. 



La última muerte de la que se tiene registro, ocurrió apenas el pasado 21 de junio, cuando a la altura de la Cruz Roja, un hombre pereció en el concreto, mientras que la anterior se presentó en el mes de abril, aunque en la llamada Vía Alamar, a la altura de la colonia Campestre Murúa.



Sucesos como ése, han  generado un especie de temor y precaución, cada vez que se maneja por la vialidad, ya que no se sabe en qué momento saldrá un hombre o mujer corriendo, gran parte de las veces bajo la influencia de las drogas, como lo son el “cristal” y la “heroína”, dos de los estupefacientes de mayor demanda en esas latitudes, y que al que los usa les provoca, de manera momentánea, perdida en sus capacidad motrices y sentido de alerta y reacción.  



No hay mejora 

Para los tijuanense el tema es delicado, y no se debe suponer que sólo trata de una problemática de seguridad, sino que es, para tratar de entenderlo de mejor forma, es una situación que desemboca a causa de la pobreza, la migración forzada y sobretodo, un problema de salud, el cual las administraciones pasadas y actual no han sabido controlar por completo, lo que ha originado una mayor presencia de personas con problemas de adicción que busca residir en la Canalización. 



Luego de que hace cerca de tres años, durante la gestión de Jorge Astiazarán se limpió la zona del llamado “Bordo”, y se presentó un éxodo de indigentes a la Zona Centro, y a colonias aledañas a la Vía Rápida, hoy parece que de nueva cuenta están volviendo, y pese a que hace pocos días la Secretaría de Desarrollo Social Municipal realizó un operativo para el rescate de 350 personas que se encontraban en esas áreas, el número que hay actualmente viviendo en la Canalización provoca que se imposible que no se sigan presentando problemas desde drogadicción, asaltos, insalubridad y, lo principal que refiere este texto: accidentes y muertes por cruzarse la calle.



Sin duda, es un tema del cual se deben ocupar las autoridades, ya que de no hacerlo las condiciones pueden empeorar en distintos sentidos, siendo los más afectados los ciudadanos, o los mimos indigentes, como aquel hombre que, aquella tarde del 2 de junio, terminó cubierto con una sabana azul.