El pronóstico indica que en Tijuana comenzará a llover el jueves y miles de centroamericanos de la caravana migrante albergados a la intemperie sólo cuentan con casas de campaña para protegerse. Muchos de ellos ni siquiera tienen eso.

Redacción/ HIPTEX

TIJUANA.- Las precarias condiciones del albergue temporal donde sobreviven 6 mil 060 centroamericanos de la caravana migrante ya rebasan el hacinamiento y se ven amenazadas aún más con el pronóstico de lluvia.

La capacidad de la unidad deportiva Benito Juárez, habilitada como refugio improvisado en la Zona Norte de esta ciudad, está rebasada al doble.

Hace dos semanas, cuando inició el arribo masivo de centroamericanos a la ciudad, autoridades municipales encargadas de operar el albergue hablaron de que las instalaciones podrían concentrar a 3 mil personas; ya hay más de 6 mil, de las cuales mil 050 son niños.

En el lugar los únicos alejados de la desgracia parecen ser precisamente los niños, que a pesar del frío y la precariedad a su máxima expresión, no dejan de jugar.

Les importa poco tener gripa, llevar poca ropa o que ésta se encuentre en el límite más alejado de la higiene, al ser pocos los cambios y menor la posibilidad de lavarlos.





Así, usan sus escasos juguetes, el área de juegos aún libre de casas de campaña o simplemente la imaginación para tratar de que los días transcurran lo más rápido posible.

Muchos tienen ya casi dos meses alejados de sus lugares de origen; hace 60 días, más o menos, que sus padres los subieron a una carriola o los tomaron en brazos para emprender a pie un camino de miles de kilómetros.

Gracias a la buena voluntad de personas que les ayudaron en el trayecto, ese camino concluyó en esta frontera, donde a pesar de los mensajes contrarios muchos mantienen esperanza de recibir asilo político en Estados Unidos.

El hacinamiento en la unidad deportiva Benito Juárez es tal que los campamentos improvisados que hace días ocupaban la banqueta exterior del recinto, ya se encuentran sobre la calle, en la carpeta asfáltica, donde si se mantiene el flujo de llegada de migrantes dentro de poco tampoco habrá espacio.

Si adentro la escasez reina, afuera es mayor. En vez de casas de campaña hay lonas, cobijas amarradas de los cercos del deportivo haciendo techo o simplemente la intemperie.

Sobre trapos tirados en el simple piso sucio descansan adultos y niños en un ambiente donde el ruido es mucho y el hedor crece conforme más gente se acumula.

Adentro apenas una veintena de sanitarios móviles y treinta regaderas están habilitados para satisfacer las necesidades más apremiantes de más de 6 mil personas reunidas.

Aunque el camión recolector de basura dé varias vueltas al día para recogerla, en las pocas horas entre cada recorrido los desechos forman montañas que abonan al ambiente inhóspito y olor desagradable del sitio.

En ese entorno, en la calle, un par de mujeres que tratan de ganar algo de dinero venden “a 10 el vasito de fruta”, mientras un joven padre de familia exhorta a fumar “a la banda” para vender sus cigarros a tres por cinco o a cinco cada uno si son de sabores y mandar algo de dinero a sus dos hijos en San Pedro Sula, Honduras.

Ese albergue, cuya sobrepoblación ha traspasado sus paredes hacia las calles Baja California y 5 de mayo, donde la Cruz Roja Internacional ofrece llamadas gratuitas a los migrantes para comunicarse con sus familiares en sus países de origen y otras instituciones y organismos operan módulos, comienza a alterar las actividades en la zona.

Esta mañana el Centro Escolar Estatal que integra dos primarias y una secundaria nocturna anuncia el cese de actividades por tiempo indefinido.

A las afueras de estas instalaciones algunos centroamericanos pernoctan y tan pronto cae el sol comienza a percibirse el olor a marihuana. (lgs)