El partido que el tabasqueño formó para garantizarse la tercera candidatura a la Presidencia de la República, está conformado por disidentes de otros partidos políticos, principalmente priistas, como lo fue él.

Por: Alberto Sarmiento Reyes
Luego de los resultados en los comicios del domingo anterior, donde el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), el partido de Andrés Manuel López Obrador intensificará la suma de organizaciones políticas o de militantes de otros partidos, como ha ocurrido en su corta pero ascendente trayectoria.
Por ello no extraña que ayer Jaime Bonilla Valdez, dirigente estatal de MORENA, haya adelantado que varias agrupaciones políticas se le han acercado con la intención de sumarse al partido de AMLO, entre ellas mencionó a Mexicali Resiste, una organización que ha puesto en jaque al Congreso del Estado con la toma de su sede y protagonizara protestas violentas en cada una de las sesiones.
Pero la relación entre este grupo y MORENA ya se daba como un hecho, incluso no son pocos los legisladores que en lo corto señalaban a MORENA como promotor de esas acciones violentas, principalmente en el necesario financiamiento para sostener un movimiento por tantos meses.
Pero si López Obrador presume que su partido es de izquierda, como en el resto del País, el partido que el tabasqueño formó para garantizarse la tercera candidatura a la Presidencia de la República, está conformado por disidentes de otros partidos políticos, principalmente priistas, como lo fue él.
López Obrador no ha tenido prejuicio alguno en recibir en el seno de su partido a priistas, panistas, perredistas, o como en el caso de Baja California, hasta un ex militante del Partido Republicano, encumbrado en la dirigencia estatal de MORENA y apuntalado como candidato al senado de la República.
Aunque hayan formado parte de esos partidos, que AMLO llama reiteradamente “mafia del poder”, los convertido a MORENA, por el solo hecho de sumarse al proyecto del tabasqueño, sus pecados políticos desaparecen.
Un ejemplo, una vez más lo tienen en Baja California, con el ex gobernador Xicoténcatl Leyva Mortera, quien lleva años apoyando a López Obrador sin renunciar a su militancia al Partido Revolucionario Institucional (PRI), el instituto político que lo catapultó a alcalde Tijuana, senador de la república y mandatario estatal.
A Xicoténcatl Leyva Mortera se le empezó a quitar lo priista cuando el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari lo destituyó del cargo por haber apoyado en la contienda interna a quien era secretario de Gobernación, Manuel Bartlet Díaz, el mismo que acuñó la célebre frase “se cayó el sistema” para justificar el fraude electoral contra el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.
No es de extrañar que Leyva Mortera sin dejar de militar en PRI, forme parte de la estructura que toma decisiones en MORENA de Baja California, al lado de Jaime Bonilla Valdez, dirigente estatal, con quien mantiene una relación política que se remonta décadas atrás.
Si parte del discurso de López Obrador se centra en señalar el amasiato entre panistas y priistas, que ha denominado como “PRIAN”, al menos en Baja California el partido del tabasqueño tiene una relación muy estrecha con ex priistas o priistas en activo, que bien pudiéramos llamar “PRIMOR”.
La lista de priistas es muy extensa, baste añadir un par de ejemplos. Catalino Zavala Márquez, que ha recorrido todos los partidos en el espectro político de la entidad, hace apenas un años brincó del PRI para sumarse a AMLO. Pese a ser uno de sus más fervientes críticos del PRI en sus años juveniles y que acentuó ya instalado en el Congreso del Estado por primera vez, allá en 1989, llegó a ser secretario de Gobierno con Javier “Tito” Robles Aguirre.
José Osuna Camacho, ex dirigente municipal del PRI que iniciara su carrera política bajo el cobijo de quien fuera senador César Moreno Martínez de Escobar, también se convirtió en seguidor de López Obrador en Tijuana. En definitiva, en Baja California AMLO puede presumir que su partido es un “PRIMOR”.