Por primera vez desde el 1 de enero de 1959, la Revolución cubana tendrá un líder que no participó en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista.

LA HABANA, CUBA. - Con discreción, sin buscar protagonismo, hasta el día de hoy Miguel Díaz-Canel hizo una carrera política de funcionario leal y eficiente, cuyo premio probablemente será el ser designado como el relevo de Raúl Castro en la presidencia de la isla. 

"El compañero Díaz-Canel no es un novato ni un improvisado", afirmó Raúl Castro cuando en 2013 lo designó vicepresidente primero del gobierno Cubano. 

Aquel entonces, Castro anunciaba que su mandato terminaría en y no optaría por la reelección, lo que hizo que todos posaran sus ojos sobre el recién elegido Díaz-Canel, para convertirse en su mano derecha en el gobierno. 

Lo que tendría como resultado, lo que, a partir de este jueves, por primera vez desde el 1 de enero de 1959, la Revolución cubana tendrá un líder que no participó en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. 

Díaz-Canel, nacido el 20 de abril de 1960 en la provincia central de Villa Clara, es un ingeniero que pasó por todos los niveles de dirección del Partido Comunista de Cuba (PCC) y del gobierno. 

Un hombre que ejerció como jefe del Partido Comunista en dos de las provincias más importantes de Cuba. Primero en su natal Villa Clara, donde defendió proyectos tan irreverentes como "El Mejunje", un bar que fue el epicentro del movimiento LGTB en Cuba. 

Poco después dirigió la oriental provincia de Holguín, donde nacieron Fidel y Raúl Castro. 

Raúl Castro, nombro a Diaz, ministro de Educación Superior en 2009, años después en 2013 lo nombro vicepresidente primero, lo que convirtió a Canel en el político cubano nacido después del triunfo de la Revolución con más alto rango dentro del gobierno. 

Como vicepresidente, su presencia a nivel internacional se reforzó participando en tomas de posesión presidenciales, recibiendo a personalidades en La Habana o visitando Rusia y Venezuela, grandes aliados políticos y económicos de La Habana. 

Algo que distinguió a Díaz es que en sus viajes al exterior siempre se le veía acompañado de su segunda esposa, Lis Cuesta, lo cual no estaba acostumbrado a los cubanos, ya que no existe hasta la fecha oficialmente la figura de la primera dama en la isla. 

Cuando fue elegido vicepresidente primero en el 2013, los reflectores estuvieron puestos sobre él como sucesor de Raúl Castro en la presidencia, pero al mismo tiempo esta decisión estaba acompañada del secretismo lo que generó incertidumbres. 

"Hay sorpresas siempre, así que, sorpresa, ya veremos", afirmó Mariela Castro, hija de Raúl Castro, durante una rueda de prensa en mayo de 2017, cuando se le preguntó quién sería el futuro presidente 

El nuevo mandato, no es solo un cambio de presidente como en otros países, sino que representa toda una transición generacional dentro de la Revolución cubana, situación que en algunos momentos llegó a ser traumática. 

Diaz-Canel, nunca busco ser el centro de atención, se mantuvo sereno hasta que llegase su momento, trabajo duro y arduamente hasta llegar a su meta, tropezando, subiendo escalón por escalón, en algunos casos, en contraposición al modelo de "dirigentes-probetas" tan denostados por Raúl Castro. 

"Escuchar a la gente y sensibilizarse con sus problemas", aconsejó Díaz-Canel a los diputados cubanos que asumían su responsabilidad parlamentaria en 2013. 

La imagen de posible reformista se truncó para muchos cuando, en agosto de 2017, se filtró un video donde aparecía en una reunión política acusando a varias embajadas acreditadas en La Habana de participar en actividades de "subversión" y al medio estadounidense "OnCuba", acreditado legalmente en La Habana, de ejercer la "guerra cultural".