Cada día el recorrido es diferente, por las periferias de la ciudad, caminando de un lugar a otro, sin meterme a la zona centro o turística de Tijuana, porque los inspectores siempre son un problema.

Yo me llamo José Antonio Andrade, vivo en Tijuana pero nací en Uruapan Michoacán. Vengo al Carnaval de Ensenada a vender  algodones de azúcar que ya tengo más de 50 años trabajando en esta sabrosa tradición.

Entré por un padrino, quien desde que yo tenía como 9 años me acomodó en este negocio; y pues para mí siempre ha sido un buen trabajo, con el he sacado adelante a mi familia, y que disfruto más porque me gusta hacerlo.

Tengo varios hijos que también se dedican a la venta de algodón en kermeses, iglesias, y donde nos hagan pedidos, pero donde más vendemos es en las ferias, en las fiestas patrias, en el estadio de los Xolos, en la lucha libre, donde una vez vendiendo entre las sillas, me cayó un luchador y me tiró los algodones.

Cada día el recorrido es diferente, por las periferias de la ciudad, caminando de un lugar a otro, sin meterme a la zona centro o turística de Tijuana, porque los inspectores siempre son un problema, a veces me acompaña mi hijo más chico, él se lleva un palo menos pesado con 5 o 6 algodones para que los venda conmigo.

Este trabajo es una tradición, mis hermanos, primos y mis hijos han trabajado en esto, mis padres no, pero mi padrino fue quien lo empezó todo.

Venir al carnaval de Ensenada es un gran gasto, porque nos quedamos aquí toda la semana y pagamos hotel de 400.00 pesos la noche, además los permisos de venta son muy caros.

Los algodones los hace un amigo, yo soy trabajador de él y me quedo con el 50% de lo que se vende, con 10.00 pesos, pues los vendemos en 20.00 pesos.

A los niños les encantan los de uva y de fresa, los piden mucho, como te digo es una tradición mexicana, además les metemos un billetito de juguete para que llame más la atención.